octubre 15, 2020
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Meditaciones fuera del cacharro
CANARIAS Y COVID: Crónica de un desafío
Hoy tenemos 6.586 casos de COVID activos en Canarias. Se han curado casi 8.500 paisanos, y han fallecido 251.
Por ellos ya no podemos hacer nada, más allá de honrar su memoria esforzándonos para cuidar a los casos activos, así como hacer lo posible para que no haya más contagios.
Con eso y con todo, Canarias tiene una Incidencia Acumulada de los últimos 14 días de 82,75 contagios por cada 100.000 habitantes, en un país donde la media se encuentra tristemente en 265,19, con los consabidos casos de Madrid, La Rioja, Aragón o Melilla, en los que dicho ratio asciende por encima de los 400, o el caso extremo de Navarra con casi 800.
Canarias está en clara bajada de contagios, a pesar de las últimas noticias que no han sido tan buenas. Encontrarnos en 82,75, habiendo estado nuestro pico en 193 no hace tanto, es muy meritorio. Tal vez sean los vientos alisios, tal vez nuestra forma de vida con la presencia del aire libre en tantas actividades. Tal vez ambas cosas. O tal vez resulte que estemos actuando como un pueblo solidario y consciente de lo que nos jugamos, la salud de los demás y la propia, y hayamos sido capaces de llevar a cabo todo lo necesario para doblegar la mortífera curva.
Sea como sea, el bicho no se va a ir. Tenemos que echarlo nosotros. Y ahí, ahora que está de moda, apelo al espíritu de Nadal. No doblar la rodilla, no venirse abajo, no desfallecer a pesar de que a veces las noticias sean malas. Podemos hacerlo, y con ello podemos enviar un mensaje múltiple. A nuestros hermanos de otras Comunidades Autónomas duramente golpeadas por el virus. A nuestros vecinos europeos. A la comunidad internacional. Si un pueblo quiere una cosa, ya se puede poner delante el virus que sea, que cuando la conciencia colectiva dice aquí estoy yo, no hay más que hablar.
Creo que estas noticias, insertas en un mar de desencanto y desánimo, animan a trabajar más duramente para ayudar a sobrellevar una situación que, de seguir así, machacaremos entre todos.
Luego podemos seguir peleándonos por cualquier cosa. Benditas peleas.
Pero hoy, me siento honrado, orgulloso y privilegiado por el modo en que mi gente enfrenta la adversidad.
Enhorabuena, paisanos.
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