BESOS ROBADOS

Si hay una escena del cine que me estremece por su belleza es el final de Cinema Paradiso. Salvatore, o Totó, como lo llaman en la peli, regresa a su pueblo cuando se entera de que su amigo Alfredo, el veterano proyeccionista del cine del pueblo que le hizo amar el cine, había fallecido. Recibe una cinta de recortes de películas pegados entre sí, donde se agolpaban todos los besos que la censura había robado al público. Con la música de Ennio Morricone flotando por toda la escena, Totó observa la colección de besos que Alfredo había guardado para él, y termina llorando como un gilipollas, igual que terminé yo mismo mismamente.

Brillante escena donde las haya.

Salvatore, o Totó (y esta es mi interpretación del asunto), no llora por ver unos cuantos besos en blanco y negro. Un guapo y elegante cuarentón, cineasta, hombre de éxito curtido en la vida, está de vuelta de muchas cosas, imagínense de escenas así. No. El hombre alza las manos, entrelaza los dedos detrás de la nuca y se recuesta sobre el respaldar del asiento del cine con las lágrimas campando a sus anchas mejillas abajo por otro motivo. Cuando era pequeño alguien le había robado todos esos besos por los que infructuosamente preguntaba a su amigo Alfredo. Este se veía compelido a cortar las escenas por la censura, pero nada le impedía guardarlas a buen recaudo. Luego las pegó y se las regaló a alguien que sabría valorar la belleza que tiene un sencillo acto que es simplemente eso. Un acto más de la vida, propio de la vida e inherente a la vida.

Eso es un beso.

Y guardar besos robados en una caja es propio de alguien que entiende que la censura no ha de meterse en determinadas cosas.

Esa cinta pegada representa los sueños de muchos, la ilusión, el misterio, la naturalidad, el crecimiento, la vida. Y nos los robaban. O nos los querían robar.

Hoy leo entre sorprendido, divertido y pasmado (no sé muy bien cómo sentirme) que quieren eliminar el beso de Blancanieves por ser no consentido.

No se plantea la eliminación del engaño de la manzana, por el cual la envidia gana a la inocencia, sumiendo a una bella joven en un sueño eterno. Solo se plantea eliminar el beso. Por no consentido.

Me pregunto si también eliminarán el beso de la princesa al sapo, o el beso de Bella a la Bestia, por antinaturales, por… vaya usted a saber.

Si esto sucediese, el beso de Blancanieves se vería obligado a formar parte de esos recortes que Alfredo hubiese guardado para Totó. Tal vez el más inocente, el más coherente, sin duda el más apropiado.

Porque para mí, es un beso que representa el triunfo del amor sobre todas las cosas.

Que es, al fin y al cabo, lo único que realmente vale la pena en esta vida.

Apuren los besos.

Que no se los roben.

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