BURBUJAS
Que el Universo tiene, más o menos, 13.800 millones de años, que el planeta Tierra tiene unos 4.500 millones, que la vida en la Tierra tiene más o menos 1.200 millones y que los seres humanos llevamos aquí unos 2 millones es algo que la ciencia, más o menos, ha revelado. Algo, por tanto, reputado cierto, y que tal vez sirva para revisar nuestro concepto de “antiguo”.
Los científicos incluso han aventurado el momento del colapso del Universo, que será dentro de otros 13.000 millones, más o menos. Y el del planeta Tierra, que se verá engullido por un sol en expansión dentro de un par de cientos de millones de años.
Vale.
Lo que no termino de entender es en qué consiste el tiempo, en realidad. Se ha demostrado que, dependiendo de la zona del Universo en que nos hallemos, puede cambiar. No es algo homogéneo, por tanto. Podríamos decir lo mismo del espacio. Si existen los agujeros de gusano, que nos permitan viajar por el Universo a placer, visitar un exoplaneta localizado a 120 años luz podría ser un buen plan para el fin de semana.
Al respecto, los científicos nos explican que, sentado lo anterior, todo lo demás es relato. Que cualquier construcción humana, desde la existencia de cualquier religión hasta la de cualquier país, ha sido creado por nosotros. En realidad nos explican que el universo es un caos absoluto, que no tiene sentido, y que el propósito de nuestra vida es encontrarle el sentido a dicho caos. Es, por lo visto, el discurso que se impone en nuestros días. Somos simplemente impulsos bioquímicos, en función de los cuales creamos todos estos países, equipos de fútbol, monedas y creencias.
He llegado a leer, de mano de los mismos prestigiosos autores y pensadores de nuestro tiempo que afirman lo anterior, que el Universo no me da sentido, sino que soy yo quien da sentido al Universo.
Seguramente esto se afirma en el sentido (perdón por la redundancia) de que si no creo un relato explicativo de todo, el sinsentido lo puebla todo, y mi vida no tendría, por tanto, ningún sentido (perdón nuevamente por la re-redundancia).
Vale, pero… este relato (Big Bang, expansión de universo y colapso del mismo en unos miles de años), ¿es cierto? ¿Es verdad absoluta? ¿O es otro relato más?
No podemos obviar la ciencia, entiendo yo, y si esto ha sido demostrado mediante el método científico, en realidad nos encontramos inmersos en un Universo que tiene fecha de caducidad: 26.800 millones de años, de los cuales han transcurrido la mitad.
En las instrucciones de uso del Universo cuando lo compramos decía: “Guárdese en la nevera una vez abierto y consúmase antes de dicha fecha”.
En ello estamos.
Pero… ¿y antes de los 13.800 años ya transcurridos? Porque vamos a creer ese otro relato que dice que el Universo se creó de la nada. La nada, nada es. Por tanto, si somos científicos, si se crea algo, tenía que haber algo.
¿Se acuerda alguien?
Tal vez el consciente tenga la respuesta. O el inconsciente. Tal vez eso a lo que denominamos alma. Esas cosas que no existen porque no se han fotografiado, revelado, analizado, pesado o calibrado.
Al final, no me queda otra que volver a la literatura, a la Burbuja de Manuel Verdugo:
“A quien quiera romperse la cabeza:
si la vida del alma nunca acaba,
¿puede alguien decirme cuándo empieza?”
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