CABLES

Tengo tres cables básicos. El cargador el portátil, el cargador del móvil y los auriculares. Sí, soy de los antiguos que llevan auriculares de cable, qué le vamos a hacer. La custión es que hoy compruebo, una vez más y ya sin sorpresa, la tendencia a la promiscuidad cablética que se repite cada día.

Verán, tras muchas vicisitudes, que sería muy largo relatar ahora mismo, he optado por colocar siempre los cables ordenaditos. Uno al lado del otro, bien enrolladitos, sin mezclarse, separados.

Pero en cada ocasión que necesito uno y voy a buscarlo, resulta que están todos liados entre ellos.

Inicialmente pensé, inocente yo, que al ser los dos cacharros (teléfono, donde además oigo música, y portátil) de la misma marca, la confianza en un origen común los impulsaría a conchabarse en informal mezcolanza, a modo de botellón de cables, para entendernos.

Sin embargo, la praxis ha destapado la verdadera naturaleza de los cables. En Navidad, uno pone luces por todas partes y las enchufa en el mismo ladrón. Es una tarea delicada, que se lleva a cabo por estricto orden. Pero cuando finaliza dicho periodo y vas a desarmar todo el tinglado, de media hora no baja que estés desenredando cables como un loco.

Estoy desarrollando un estudio que recoje los detalles de este barullo, que he venido en denominar “el cable y la madre que lo parió”. Va por trescientas páginas y subiendo, y he recabado información de multitud de víctimas cabléticas que observan impotentes el modo en que han de emplear sus valiosas horas en el noble arte del desenredo.

No han faltado los negacionistas, que niegan mis conclusiones, obviando los múltiples testimonios que acompaño. Expresan su opinión en el sentido de que los cables no se transmutan, y que si se lían es que algo estamos haciendo mal. La carga de la culpa siempre será por tanto del usuario.

He llegado a la conclusión de que debe de haber algún complot mundial para el enredamiento de cables, cuya finalidad ignoro, pero sospecho que se trata de procurar el enredamiento neuronal de todos los afectados. No en vano, expresiones como “tienes los cables pegados” o “chiquito cruce de cables llevo” son indicativos de que algo hay ahí.

Por tanto, si se te lían los cables, no te alteres. Pon música de fondo, los deslías y luego los depositas en algún sitio de forma displicente, mirándolos con la misma indiferencia que ellos hacen contigo. Por encima del hombro.

Tenemos que estar unidos en esto…

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