UN FUTURO QUE NO ES EL QUE ERA

No me pidas que no piense

en voz alta por mi bien,

ni que me suba a un taburete.

Si quieres, probaré a crecer…

 

Joan Manuel Serrat

(Sinceramente tuyo)

 

El asunto ha adquirido tintes de actualidad, pues lo vivimos día a día como una especie de puesta al día de la polémica, frecuentemente evocada, relativa al pasado de los españoles en América, que hoy renace con el indigenismo cotizando en máximos, entre obligaciones de que pidamos perdón, que bajemos la cabeza, que no digamos que no a nada bajo amenaza de considerarnos altivos, etc. etc.

Ese “qué hubiera sido de nosotros si nos hubieran conquistado los ingleses…” y tal.

Es hasta cierto punto lógico que más de uno se plantee qué habría acontecido en tal caso. Es decir, que lo que ocurrió en el norte con los Estados Unidos de América, hoy primera potencia económica, tal vez también social del planeta, quizá podría haberse replicado en el sur.

Pero piensen que desde 1620, fecha de la llegada de los primeros colonos británicos con el Mayflower a las costas de Virginia, hasta la independencia en 1776 (algo más de 150 años), las trece colonias todavía británicas fueron siempre un territorio relativamente pequeño en el continente. Apenas fueron expulsados los ingleses, el recién nacido país se extendió hacia el oeste picando menudo, para lo cual tuvieron asimismo que arrebatar a México el 56% de su territorio a tiro limpio.

Da la impresión, por tanto, de que eran los ingleses los que tenían maniatadas a las 13 colonias, un territorio totalmente irrelevante hasta la independencia.

Justo lo contrario de lo que ocurría con México, antes Nueva España, que se extendía hasta Alaska.

Expulsados del norte, los ingleses se focalizaron en el sur, y lo conquistaron. Perdón. Lo colonizaron.

¿Que cómo?

Pues verán, intentaron entrar varias veces por la fuerza, y ante la imposibilidad de ello optaron por utilizar otras tácticas. Como, por ejemplo, convencer a San Martín en el sitio de Cádiz mientras nos fajábamos al bombazo contra el invasor francés. San Martín pidió un permiso para una causa familiar inexistente y fue directamente a Londres, donde se reunión con la plana mayor de lo que a la postre serían los padres de la revolución y las independencias americanas. Zapiola, Chilavert, Bello, Guido, Alvear… Fueron todos embutidos en el barco “George Canning” y conducidos a Buenos Aires, donde entraron como españoles. Eran españoles, claro. Simultáneamente, los británicos enviaron refuerzos en forma de soldados y armamento para ayudar a Bolívar por el norte.

El resto es Historia.

Tras echarnos de allí los criollos, con la inestimable ayuda mencionada, los británicos reescribieron nuestra historia y dieron forma a la propia. Ya antes habían desbrozado el camino italianos, franceses y alemanes, todo sea dicho. De este modo, además de inundar el mundo con unas mentiras que hemos terminado por creernos, pues hasta los libros que utilizamos son redactados por foráneos, destruyeron el sur, su mayor anhelo. En el proceso, ganaron bastante plata, lo que les sirvió para convertirse en el nuevo chico malo del planeta, con la libra como estandarte.

¿Que cómo fue esa destrucción?

Pues dando alas a la división de la América del Sur en 20 países e instalando la primera bomba retardada de la historia moderna, para lo cual utilizaron una herramienta en la cual los británicos se han hecho especialistas: la actividad financiera. Léase como endeudamiento.

La América del Sur independiente nació endeudada, fraccionada y con su estructura productiva reducida a más o menos el 11% de lo que habían sido tan solo unos pocos años antes. Perdieron el tren de la historia, y su futuro de entonces es el presente de hoy.

Que es, precisamente, el resultado de la conquista anglosajona.

Así que pierdan cuidado los nostálgicos. La realidad de hoy es el futuro que anhelaban los que deseaban ser conquistados por los británicos pues, lo sepan o no, sean conscientes o no, fueron conquistados… perdón, colonizados por ellos.

Las consecuencias pueden verse en el día a día: deuda, inseguridad, división, inestabilidad y pobreza.

Algún día, estas naciones superarán el pasado, es decir, se harán conscientes de su propio fracaso, y decidirán mirar al futuro. Reconocerán sus errores, verán que un día fueron fuertes, dinámicos y mejores, y que trabajando juntos serán más fuertes, más dinámicos y más mejores… o como si diga eso. De este modo, podrán escribir su propio futuro con mayúsculas. O no.

Pero, bueno…

… de darse el caso, tal vez nosotros estemos ahí para algo que no sea recibir tortas.

 

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