ENCRUCIJADA
En la foto de la conferencia de Yalta, allá por 1945, los tres dirigentes mundiales que se reúnen como vencedores de los fascismos del siglo XX son Churchill, Roosevelt… y Stalin.
Si miramos lo ocurrido en la II Guerra Mundial, Estados Unidos tuvo unos 400.000 muertos, algo menos que Reino Unido, y Rusia casi 29 millones. Más de la mitad de ellos civiles. Uno se pregunta qué habría ocurrido si Rusia no se hubiese empleado a fondo contra Hitler. ¿Hubiesen ganado los aliados? ¿La cifra de muertos en los países anglosajones hubiese sido la que fue? ¿Y en Francia?
Rusia puso las muertes, pero no las películas, que fueron filmadas por otros, figurando como héroes los que figuraban como héroes. Que los eran, claro está. Pero había otros aparte de ellos. Y rusos, unos cuantos. Sin el frente ruso, Alemania tal vez hubiese caído a plomo sobre Reino Unido y quién sabe lo que hubiese ocurrido. Porque Estados Unidos no dudó (o tal vez sí) en lanzar bombas atómicas sobre Japón pero, ¿las hubiese lanzado sobre Europa? ¿O hubiesen tenido que poner bota en tierra para doblegar a los nazis sin los rusos debilitando por el flanco este?
Rusia fue determinante en el desenlace de la II Guerra Mundial, en mi opinión. Pero claro, luego cayeron bajo el yugo del comunismo (bueno, ya habían caído antes, pero fue luego de la guerra cuando trascendió la realidad del comunismo), y Stalin no dudó en llevarse por delante a todo aquél/aquélla que no estuviera de acuerdo con él en su propio país, haciendo que Rusia cayera en el descrédito, en el silencio y en la opacidad del telón de acero. Eso costó la vida a millones de sus propios compatriotas. Mientras tanto, otros hacían las pelis. Y ponían los héroes, claro. Normal, y bien por ellos.
Hubo que esperar unas décadas de guerra fría antes de que Gorbachov abriera los ojos al mundo y las puertas a Rusia, precursor de Yeltsin, que creó la CEI y desarboló la antigua URSS en el conglomerado de países que existen hoy.
Vale.
Hoy, algunos afirman que cuando Occidente y Rusia, representados en su día por Clinton y Yeltsin, desarmaron el arsenal nuclear de Ucrania bajo la promesa de que Rusia nunca invadiría su territorio, dejaron el tablero con cartas marcadas, y a los ucranianos abandonados a su suerte.
Hay quien dice que Ucrania debería declararse neutral, y ese debería ser el fin de la historia. Rusia no tendría un enemigo en sus puertas alineado con Occidente, y ponen el ejemplo de Finlandia, que no pertenece a la OTAN, a pesar de ser un país occidental, y de contar con más de 1.300 kilómetros de frontera con Rusia. La clave, nos cuentan, su no alineamiento con la OTAN.
Hay quien dice que el acercamiento de la OTAN a Rusia ha sido el desencadenante de esta guerra. Putin entre ellos. Pero Estonia y Letonia, por ejemplo, son fronterizos con Rusia, y sí pertenecen a la OTAN. No han sido amenazados, a pesar de ello. ¿Lo serán en el futuro?
Hay quien hoy aboga por parar la guerra y utilizar la mesa de negociaciones (un servidor, sin ir más lejos), que debería sustituir a las bombas que caen sobre Ucrania. Sí, la misma Ucrania que en su día se avino su desarme nuclear hace más de 20 años con la promesa de una paz que no se ha cumplido.
No falta quien dice que los rusos quieren simplemente volver a su pasado imperial, y que Ucrania es sólo el principio de lo que vendrá.
Por su parte, Rusia alega que luchan contra el neonazismo instalado en Ucrania, y que buscan la desmilitarización del país, así como proteger a los simpatizantes allí residentes. También algunos dicen que para los rusos, Ucrania es simplemente parte de Rusia.
Al margen de lo que dicen unos y otros, al margen de la amenaza nuclear, al margen de la relación con China, al margen de la actitud del presidente ruso, que se ha lanzado a tumba abierta, ¿qué hacer? ¿Comenzar a lanzar bombas sobre Rusia de forma indiscriminada como se hizo en su día con Belgrado? ¿Matar civiles y destruir un país? ¿Es eso en lo que nos hemos convertido, en lo mismo que censuramos? ¿Resistiría algo así, en cualquier caso, en el ánimo de nuestras sociedades, que hace ya tiempo estamos en otras cosas?
La respuesta a alguien que invade un país libre y soberano debe existir, pero ¿cuál debe ser? ¿Debe, en cualquier caso, configurarse una respuesta si se trata de una potencia nuclear y otra distinta si no?
Todos los que, de este lado, son entendidos en la materia afirman que el presidente ruso no ha calibrado bien el desarrollo de la guerra. Pero sea cual sea el resultado de este temerario asalto, lo que no estaba en la mente de Occidente es que nadie fuera a atreverse a dar una patada al tablero para romper las reglas y establecer unas nuevas, que no se sabe realmente cuáles son. Han quitado la escalera y dejado a Occidente agarrado a la brocha, que de momento sólo puede centrarse en buscar suficiencia energética alternativa y, paralelamente, asfixiar a Rusia económicamente. Pero me temo que eso no será suficiente para doblegar al gigante del este. Europa, y de paso Estados Unidos, hoy están presos de su propia conciencia, así como de un pánico ancestral, cual es la guerra definitiva. Esa que nadie quiere y que rezamos para que no llegue nunca.
China, mientras tanto, guarda silencio con esa actitud tan zen que consiste en observar y meditar largamente antes de pronunciarse de un modo u otro. De momento, únicamente han sugerido al presidente ruso que negocie una salida rápida y poco lesiva, algo que dudo sea posible a estas alturas.
En todas las guerras, la potencia de fuego suele ser determinante. En este caso, la OTAN tiene una potencia de fuego incontenible, pero eso no es un secreto, y no lo era cuando se planificó esta invasión infame de un estado soberano y democrático. Ha sido algo con lo que se ha contado, sin duda.
Por tanto, ¿qué quiere, realmente, el presidente ruso? ¿Alguien lo sabe? ¿Qué anda en su mente? ¿Seguridad? ¿Un espacio libre de armas? ¿Un imperio? ¿Dar por saco? ¿Desatar la ira de Occidente con algún propósito inconfesable? Pues tal parece…
Esta guerra no es simplemente una cuestión militar estratégica. Es un cubo de Rubik, donde girar una cara para homogeneizar un color puede suponer destruir la contraria. Y viceversa.
Pero el cubo de Rubik tiene solución, si bien un debate resulta imposible cuando hay civiles cayendo todos los días y se está destruyendo un país paso a paso. Esta guerra tiene que parar ya. Ya.
Tal vez, los rusos simplemente estén cansados de ser ese país frío del este, que no tiene protagonismo alguno en la mente del planeta, a pesar de haber aportado 29 millones de sus compatriotas para derrotar al fascismo. Tal vez estén cansados de que su único protagonismo sea siempre ser los malos de la película. Al fin y al cabo, todo el mundo tiene sentimientos, ¿no?
Sentimientos que hoy tienen los ucranianos, que están siendo masacrados en una guerra sinsentido, que quita a Rusia toda la legitimidad que hasta ayer tenían para ser el país crucial que están llamados a ser en este planeta.
Espero que alguien esté pensando con la cabeza sobre los hombros, porque de la decisión que salga de Occidente en los próximos días puede depender el futuro de todos. Es en momentos como este cuando las estrategias que se estudian en las academias militares, en las escuelas de negocio y en los centros de opinión, han de pasar de las palabras a los hechos.
Que Dios nos ilumine, pues nos va la vida en ello.
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