G20
Camisa tradicional de Tailandia, con su esposa ataviada a juego, de amarillo y con un tocado del mismo tono que el de su esposo, es decir, lila, o morado… o no sé, no soy muy especialista en colores. Nuestro presidente fue al G20 como uno más, se reunió con Xi Jinping, con sus colegas europeos, y no europeos, y los medios de comunicación nos han trasmitido el evento siempre desde nuestro punto de vista.
Es notable que el representante de Rusia se haya marchado justo después de la cena de gala, y los medios de comunicación hayan publicado la subida al avión aún vestido con la camisa tradicional del país anfitrión, es decir, Tailandia.
Pero, de momento, no ha habido foto de familia. Seguramente porque la confusión tras la difusión de la noticia de que dos misiles rusos han caído en Polonia lo ha sacudido todo.
Rusia dice que no son sus misiles, y que Ucrania lo que desea es escalar el conflicto (entiéndase el eufemismo como guerra), y ni siquiera Polonia ha confirmado aún (es posible que lo haga mientras yo publico esto) ha confirmado tal extremo. Ni siquiera el Pentágono lo ha hecho, según nos cuenta Antena 3. Esos misiles, de momento, no se sabe quién los ha tirado.
Mientras, nosotros a por uvas. Aquí, los responsables de Esquerra diciendo que lo de modificar el delito de malversación ha de ser quirúrgico, es decir, debe ser sólo para aquellos que han cometido el delito de sedición, por cierto, delito desaparecido del Código Penal de forma sorprendente. Es decir, los de Esquerra dicen que el delito de malversación no es tal en el caso de que haya habido sedición, que ya no existe, y de ahí la cirugía. Los demás sí deben pagar por dichos delitos. Ellos no, y a cambio, aprueban los presupuestos.
Es decir, se realiza un cambio definitivo y estructural de nuestro código penal para favorecer un evento temporal y con caducidad previamente delimitada, como son unos Presupuestos del Estado.
Pero no importa. Nuestro presi y su esposa van al G20, se entrevistan con todo el mundo, llevan su ropa tradicional tailandesa y se muestran en los noticieros como lo que son. Unos miembros más de la élite mundial, donde hay más de 170 países, y sólo unos pocos se han ganado el derecho a estar en el G20.
Se podría pensar que España, potencia mundial número 13, tiene derecho a estar ahí por méritos propios.
Pues no.
España no está en el G20 por méritos propios, que los tiene. Está ahí como invitado. Eso sí, permanente, porque en su día, hablamos de tiempos del presidente Zapatero, negociaron una silla en calidad de invitados permanentes, porque por lo visto hay países que, teniendo mucho menos PIB que España, como Argentina, número 29, Indonesia, número, 15, o Turquía, número 20, sí deben tener ese derecho a silla propia. Pero España no.
Fue Francia quien facilitó a España el derecho a asistir a las cumbres del G20, donde contamos tanto como nuestro no reconocido derecho a estar… donde nos corresponde por derecho propio.
En este G20 se hablará de todo. De Rusia, de Ucrania, de la guerra, de la paz, de la población mundial, que acaba de llegar a los 8.000 millones de almas, de medio ambiente, del desarrollo… de todo.
Y España estará, durante todo ese debate, asistiendo con sonrisa en el rostro, cariacontecidos, mostrando que con nuestra simpatía somos susceptibles de ser invitados otra vez más (al fin y al cabo somos invitados “permanentes”), pero guardándonos mucho de dar el cante en asuntos tan relevantes.
Ya para mantenernos ocupados tenemos asuntos domésticos más importante, como reformar el delito de esto o de aquello, con la excusa de una armonización con no sé quién, y el objetivo de aprobar unos presupuestos, no vaya a ser que pueda entrar a opinar la oposición, que como ya sabemos, son todos extremistas.
Y así nos va…
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