FÚTBOL ES FÚTBOL
Domingo, cuatro de la tarde. Día de arrastre de chola tras encuentro navideño con amigos del día anterior, baño en Las Teresitas para quitarme la carbonilla, bocata en el kiosco y parriba a ver qué hacen los notas estos de Francia y Argentina. En mi cabeza, la superioridad de Francia, cuyos jugadores, además de sacar una cuarta a todos los de Argentina y ser once atletas descomunales, tienen a otros tantos en el banquillo. En mi ánimo, la esperanza de ver fútbol, y de que cumpla lo dicho en la copla: El grande perdió, el chico ganó…
Porque yo iba con Argentina, claro.
Lo de “claro” tal vez lo explique otro día, pero lo cierto es que durante tres cuartos de partidos vi a un equipo de atletas descomunales que se vieron totalmente desbordados por once tipos que parecían sacados de un programa de dibujos animados.
Cuando llegó el empate a dos, pensé que todo iría cuesta abajo para los galos. Nada que objetar. Son unos fuera de serie, a los que da gusto ver jugar. Son rápidos, peligrosos, certeros, fuertes, están conjuntados, motivados. Y los argentinos estaban listos.
Pero en ese momento, los dibujos animados se centraron y comenzaron a actuar como verdaderos peloteros. Tuya, mía, del otro, vuelta atrás, al huego, avance, tiro, atrás vuelta a empezar. Con una paciencia encomiable, los pequeños llegaban a todo, ayudaban en todas partes, perdían el respeto a los mayores.
Y llegó el gol.
Cuando todo parecía terminado, Francia sacó la varita mágica y logró el empate.
Es difícil ver una final de la copa de mundo como esta. Al menos, quien escribe es la primera que ve. Con dos equipos dándolo todo, entregando hasta el último aliento en una contienda que en general fue limpia, algo no menor, digno de mención.
Pero que al final ganó el que a mi juicio tuvo más mérito.
Argentina es campeona del mundo, y durante los próximos cuatro años, la copa del mundo hablará español.
Enhorabuena a los chicos del equipo albiceleste. Todo un ejemplo de coraje, corazón, técnica, aguante y paciencia.
Enhorabuena, Argentina.
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