PELOTAS

BOLAS

De chico me metieron en clase de tenis. El profe solía decirme: “si te cabreas por la pelota que acabas de fallar, fallarás la siguiente”. Y era así. Pronto aprendí que cuando fallaba una bola, de nada servía agarrarme una calentura por algo que ya había sido. Que había pasado. Perdía la concentración, y fallaba la siguiente. Tampoco servía de nada dar excusas. “Era demasiado baja, demasiado larga, demasiado cruzada…”. Había fallado. Punto.

Pues eso. Si nos entretenemos en cabrearnos por lo que hemos hecho mal… o perdemos tiempo y dinero en buscar excusas para que quede claro que lo hemos hecho estupendo… vamos a fallar la bola siguiente.

Y vienen más bolas.

Convendría concentrarnos en ellas, y no en las que ya hemos fallado. Desgraciadamente, los caídos ya han caído. Ya no podemos hacer nada por ellos, más allá de llorarlos y de apoyar a sus familiares y amigos. Pero lo que sí podemos hacer es concentrarnos en los que ahora están enfermos, en los que podemos salvar. Sin excusas. Sin cabreos. Sin descanso ni tregua.

Vienen más bolas.

Los que lo han hecho mal hoy no admiten ninguna crítica. Hoy tampoco hacen falta. Hace falta la rectificación. La reacción.

Vamos a concentrarnos en devolver las bolas al fondo de la pista, bajas y cruzadas.

Que el puto bicho no las huela.

Las críticas vendrán después. Y tendrán que escucharlas. Y enfrentarlas. Les guste o no.

Pero ahora deberíamos agarrar la raqueta y mirar la bola que viene ya de frente.

#quedateencasa

 

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