ALGO SE MUEVE

Las críticas han llovido a Casado desde una parte de la derecha nada despreciable. Y uno, torpe con ambas manos, que incluso piensa que la derecha o la izquierda son conceptos superados hace ya rato, observa el espectáculo sin poder evitar sentir que, en el marasmo verborreico que hemos vivido en los últimos dos días, únicamente ha habido un vis a vis que me ha sacudido las legañas. Y ha sido, precisamente, el duelo Casado-Iglesias, Iglesias-Casado.

A ver si me explico.

No son lo mismo.

Uno el conservador, es el representante de un partido sacudido por la corrupción sistémica hasta sus cimientos, motivo por el cual han pasado de tener 186 diputados en 2011 a tener hoy 88. O sea, han pedido 98 diputados en dos legislaturas. Casi el treinta por ciento del total del arco parlamentario. Bien. A la corrupción ni agua.

El otro, el representante de UP, dirige un partido que generó ilusión pero que hoy está en franca recesión, asfixiado por el abrazo de oso del gran partido socialdemócrata que puede ser un rodillo de muchas formas. De 71 escaños ha pasado a tener 35, la mitad, con la pérdida de más de un millón de votos.

Se podría decir que fue un debate entre perdedores sin riesgo a equivocarnos. Perdedores hoy. No sabemos qué pasará mañana con un partido o con el otro.

Pero para mí, elevaron el nivel del debate. Es más, seguramente fue el único episodio que se podría realmente llamar “debate” de todos los rifirrafes que hemos presenciado.

Sea como sea, Casado, contra todo pronóstico (soy el primer sorprendido), ha dicho a Abascal la categórica frase “hasta aquí hemos llegado”, que en la práctica significa me importa un carajo los apoyos que me has dado, si me los quieres quitar me los quitas, pero te has pasado tres pueblos.

¿Es un salto sin red? ¿O tal vez no? ¿Quién apoya a Casado? Me refiero a poderes fácticos. Porque la realidad me hace pensar que nadie hace lo que este hombre ha hecho hoy si no se siente seguro de ello, si no tiene una hoja de ruta apoyada por gente poderosa. Porque yo creo que los versos sueltos sólo están en las pelis. En la vida real, la gente mide sus músculos, y no se da de hostias si hay alguien enfrente que los tiene más grandes.

Puede ser que Pablo Casado haya decidido desmarcarse de los extremistas de derechas, para postularse como el representante de un partido capaz de hablar con cualquiera. Que se convierta en un partido de Estado y de gobierno.

Tal vez Casado sea como Méndez y Angelito, Palmero y Camurria… contra rivales de peso mayor.

En cualquier caso, todo parece indicar que algo se mueve en España.

Iba siendo hora…

 

No Comments

Post a Comment