EL CISNE Y LA LUNA

“En cierta ocasión preguntaron a Mastropiero si los cisnes cantan antes de morir.

–Por supuesto –contestó–, no van a cantar después…”

(Les Luthiers)

 

Una noche mirábamos mi hijo y yo hacia el firmamento, y este me explicó:

–La luna es mentirosa.

–¿Cómo es eso? –le pregunté yo.

–Fíjate. Cuando está Decreciente, su silueta forma una “C”. Y cuando está Creciente, su silueta forma una “D”. Nos miente.

Me vino a la mente esa explicación porque cuando la luna está cuarto menguante o cuarto creciente, el brillo que emite viene siendo más o menos el mismo. Pero no auguran idéntico futuro a corto plazo. Una brillará más, la otra acabará en luna nueva.

Si algo ha quedado claro en los últimos convulsos días, es que gobernar es aburrido. Como debe ser, claro. Y dirigir también. La épica de la conquista de los cielos, el abordaje de naves, el asalto de castillos y la ocupación de espacios públicos tiene su momento. Las fotos del fin de la II Guerra Mundial, con gente festejando en las calles, confeti por todas partes, cánticos y besos robados es maravillosa. Necesaria. Pero al día siguiente, todos los integrantes de dichas fotos han de salir a la calle, buscar un trabajo, pagar facturas y mantener la casa más o menos en funcionamiento. Afortunadamente deja de morir gente en la guerra. Pero la tarea se vuelve invariablemente repetitiva y monótona.

Churchill, en su día nombrado persona más influyente del siglo XX, perdió las elecciones tras finalizar la II Guerra Mundial. En tiempo de paz los estándares que se precisan son diferentes a los tiempos de confrontación. Al Che lo mataron en una emboscada en Bolivia. Cuando ello ocurrió, ya estaba nacionalizado cubano, ya los Castro detentaban el poder y ya él formaba parte de núcleo duro de dicho poder. Quiso seguir en la trinchera, y eso puede tener sus costes.

Ayer oía a unos y otros hablar de jugada maestra de Iglesias. Hoy no son pocos los periodistas que afirman que en el gobierno de la nación más de uno se alegra de su marcha.

Igual que la luna es mentirosa, las apariencias pueden engañar. El brillo en un instante dado no es necesariamente la antesala del que será mañana. Es más, igual que pasa con la equívoca luna, en la vida, en el día a día, no es infrecuente que interpretemos la realidad al revés. Pues el canto del cisne puede ser el más bello.

Pero significa lo que significa.

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