CRIPTOFOLLÓN
Para comprar hoy un Bitcoin hacen falta aproximadamente 50.000 dólares. No es el precio más alto que ha tenido, ya que ha llegado a tocar los 60.000. Es verdad que también ha tenido caídas que lo han llevado a los 35.000 en poco tiempo, pero lo cierto es que, desde su creación en 2009, momento en el que con un solo dólar se podían comprar algo más de mil Bitcoin, la cosa ha evolucionado de una forma casi exponencial, sobre todo a partir de 2020. Si miras la gráfica, verás que el crecimiento parece imparable, y mucha gente se pregunta a qué se debe.
Pues se debe a muchas cosas, pero tal vez algunos motivos principales sean que es una moneda concebida para ser deflacionaria, es decir, para valer más cada vez. Que yo sepa, el último que consiguió semejante logro fue Carlos II, junto con sus “economistas”, el duque de Medinaceli, el conde de Oropesa y Juan de la Cerda, que lograron en pocos años la mayor deflación de la historia del planeta. Así, como lo leen. Así que ha llovido.
Cuando todos los bitcoins sean minados, habrá únicamente 21 millones en el sistema. Ni uno más. El sistema está pensado para eso, y de momento hay unos 16 millones. O sea, que faltan 4 millones por minar. Que, por cierto, cada vez es más complicado minar un Bitcoin… y más caro. La electricidad que se consume para ello es demencial.
Por tanto, y obviando el resto de las criptomonedas, que tienen otros principios y evoluciones, Bitcoin poco a poco va ocupando el espacio para el que fue diseñado. Una moneda que se revalorice respecto de las monedas FIAT que conocemos (euros, dólares, libras, yenes, etc.).
Los inversores tradicionales ya no se toman el asunto a la broma y vemos cómo se unen para ocupar sus lugares de preferencia en lo que será, seguramente, la forma de pago que regirá en el futuro, si todo sigue como va. Tener un Bitcoin será, en el futuro, como tener un trozo de terreno. Los denominados “bienes raíces” son aquellos que, pase lo que pase, tienen tendencia al alza, independientemente de las circunstancias económicas de esta o aquella coyuntura. Pues eso será.
Hoy asistimos a un desarrollo de tecnologías frenético, donde leemos, escuchamos, nos cuentan, que el futuro será digital. O será físico y digital, sin distinguir claramente la diferencia entre uno y otro. Y desde hoy, determinados actores económicos invierten en NFT´s, como una forma de ocupar un lugar, de obtener derechos, de posicionarse en una economía que vendrá seguramente antes de lo que pensamos.
Ya se está notando. El dinero FIAT sufre hoy la lacra de la inflación, que en España va camino del 6% anual, seguramente como consecuencia de la política expansionista de los bancos centrales, que le han dado a la impresora para fabricar más dinero y cubrir así las necesidades de los Estados, agobiados por la crisis del 2008, de la crisis del COVID, de la crisis de la deslocalización de las actividades tradicionales y de la crisis de la acumulación de capital, que no ha parado de crecer desde que en 1971 Nixon decidió, aconsejado por la Escuela de Chicago, eliminar el referente del oro, permitiendo que su moneda, y de paso las demás, tuvieran como único referente la actuación de los mercados.
Hoy, Estados Unidos tiene la mayor inflación de los últimos 39 años, lo que supone en la práctica un impuesto silencioso a las clases menos pudientes de la sociedad, y los Estados, todos en general, asisten un tanto perplejos a la evolución de unas criptomonedas que van a su bola, que no tienen que ver con los bancos centrales y que la gente, el ciudadano de a pie, va conociendo cada vez más.
Tal vez por eso se hayan reunido, por ejemplo en España, Roig (Mercadona), Coscóstegui (ex consejero delegado del Santander) y Castellano (ex vicepresidente de Inditex) para crear una especie de plataforma de intercambio de criptomonedas, a los cuales se han sumados un par de conocidos Youtubers. La ronda de financiación les ha otorgado 3,5 millones para crear esta plataforma, y cuando estos dicen que es por ahí, es que seguramente será por ahí.
Las preguntas son muchas, la Blockchain está en pañales, los multiversos digitales apenas salen del cascarón. Pero algo se mueve en este planeta, y yo no sé si es para bien o para mal.
En realidad, no sé si alguien lo sabe. Sé que será bueno para algunos. Está por ver si lo será también para la mayoría, como en su día lo fue la revolución industrial tras unos (bastantes) años de caos y de desconcierto.
Atentos, que esto es como las salidas de la Fórmula 1.
Si pestañean, se lo pierden…
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