CUESTIÓN DE PERRAS
Las decisiones tienen consecuencias, y muchas veces no queremos aceptarlas. Hoy, todo el mundo se rasga las vestiduras por el incremento del coste de la energía, básicamente petróleo y gas.
La primera es consecuencia del incremento del coste del dólar, porque el petróleo se paga en dólares.
¿Por qué?
Buena pregunta.
Debemos remontarnos al 1944, cuando terminaba la gran guerra, esa que acabó con la vida de unos 60 millones de personas. En New Hampshire se reunieron una serie de países (España no, que estaba en otras cosas por aquel entonces), y John Maynard Keynes, ese de la famosa política keynesiana y tal, propuso acabar con la inestabilidad de las divisas que dominó el periodo de entreguerras. Por aquel entonces el patrón-oro ya no era válido porque, entre otras cosas, los países enfrentados, que eran unos cuantos, decidieron imprimir dinero a saco para pagar los gastos de la guerra, y la inflación se disparó hasta límites insospechados. Alemania sabe algo del asunto, pues su divisa fue de las más afectadas.
Keynes propuso crear una divisa mundial que él mismo denominó BANCOR, y Estados Unidos, la potencia ganadora en la contienda, dijo que no, que mejor crear un nuevo patrón, el dólar-oro, a razón de 35 dólares la onza de oro.
La jugada fue magistral. Estados Unidos tenía por aquel entonces el 7% de la población mundial y aproximadamente el 50% del PIB mundial, así que imaginen semejante poderío. Para los países asistentes a la conferencia de Breton Woods, que tal se llamaba el lugar de las reuniones, fue un buen asunto. Mejor no tener que buscar oro para sostener a las divisas. Con comprar dólares era suficiente, pues siempre podían canjearlo por oro a razón de los 35 dólares la onza. De esa forma, Estados Unidos imprimiendo dólares imprimía… oro.
Fue así que la divisa se convirtió en mundial, y fue así que el 85% de las transacciones mundiales se llevaron a cabo en dólares, pues era lo mismo que llevarlas a cabo en oro, de tal modo que mayor credibilidad imposible. Inundaron el planeta de dólares, convirtiéndolo en la divisa universalmente aceptada. Aún lo es. Y por eso el petróleo se paga en dólares. Y si el dólar sube, el petróleo también aunque baje el precio del barril.
Pero esa no es la única causa de la subida de las cosas. Además de la guerra de Rusia, que ayudar, lo que es ayudar, no ayuda mucho, hay un pequeño detalle que han pasado por alto los especialistas que nos comen el coco a diario con el tope al gas, con los acuerdos con Argelia y con el sursum corda. Es verdad que hay una crisis de energía en Europa, eso es cierto. Pero la inflación no está casi al 9% por eso. Más allá de la influencia del incremento del valor del dólar, más allá de la guerra de Rusia, hay que tener en cuenta que el BCE, por ejemplo, ha puesto a funcionar la máquina de imprimir dinero para paliar las consecuencias del COVID, emitiendo la friolera de 1,85 billones de euros. Emisión de pasta a mansalva, inflación que te pego. Ya pasó en el periodo de entreguerras.
Claro, ya no hay patrones oro, ni dólar oro (el patrón dólar oro se eliminó en 1971, lo hizo Nixon aconsejado por la vasquita de la Escuela de Chicago), y por tanto el valor de las cosas se establece en función de la marcha de las economías. Si vas bien, tu divisa vale, tus costes son estos, si vas mal, si tu presupuesto es un tranque, si tienes déficit, te presto dinero más caro, te vendo más caro y tus costes suben.
A España le ha dado dinero por contenedores en estos últimos años, todo proveniente del BCE, por no hablar del déficit de unos 200.000 millones de euros en los últimos dos o tres años. Dinero que nos han prestado y que ahora no podremos renovar a tipo cero, porque Lagarde dice, con razón, que se acabó la fiesta. A pagar intereses se ha dicho.
Entonces nosotros, que no tenemos petróleo, que no generamos suficiente energía limpia, que pagamos el dólar al precio que dice el mercado, y que tenemos que pagar más por lo que nos han prestado para pagar gastos de esto y lo otro, tendremos que amarrar los machos.
Y eso es feo de cojones.
Ya estoy viendo a las plañideras habituales hablar de falta de sensibilidad, de las necesidades de la gente y de todas esas cosas que gustan de comentar a aquellos que no aceptan los hechos, muchas veces por desconocimiento, otras por una falsa idea de que el mundo es injusto, otros por la paz en el mundo a los hombres de buena voluntad y cosas así.
Las cosas de perras son fachas. Dos más dos son cuatro. Da igual lo que no estés de acuerdo.
Pero algunos quieren democratizar las matemáticas.
A ver si nos centramos, empezamos a cuadrar balances y dejamos de engañar a la gente.
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