DIRÍA
Diría a cualquier joven que no es malo progresar en la vida. De hecho, debería ser el objetivo primordial de cada uno. A veces es difícil de que se cumpla. Corrijo. Siempre es difícil que se cumpla. Para progresar es preciso construir. Y construir, o crear, es algo que se puede hacer en cualquier sitio. En cualquier momento. Con cualquier persona. O solo. Para construir, para crear, hay que soñar. Visualizar. Sacrificarte. Trabajar. Estudiar. Renunciar. La renuncia. Hay que renunciar a muchas cosas. Hay que dedicar mucho tiempo. Ten fe en ti, aunque caigas una y otra vez. Aunque ese trabajo no termine de llegar. Aunque no haya estabilidad. Todos llevamos dentro una intención. Un propósito. Busca el tuyo. Lucha por él. Equivócate. Busca otro. No dejes de buscar. No importa que otros lo consigan antes. Esto no es una competición. Es un viaje interior. Una carrera de fondo, nunca de velocidad. Cuídate. Cuida a los que están a tu alrededor. Preocúpate por ellos. Preocúpate por todo. Lee. Lee mucho. Da igual lo que leas. Desarrolla el hábito. Busca el tiempo. Está ahí, esperando por ti. Desconecta los aparatos todos los días y procura que esos momentos se llenen de cualquier cosa que te apasione. Pinta. Aprende un idioma. Un instrumento musical. Escribe. Juega. Comparte. Mójate. Escucha. Respeta. Llámalo. Es tu amigo. Y está solo. Organiza algo. Una comida. Un pateo. Algo. Interésate por las cosas. Averigua ese dato que no conoces. Mételo en tu sesera. Que viaje contigo. Que tu equipaje sea tu mente. Investiga. Aprende. Sólo por el placer de aprender. Sorpréndete. No pasa nada. No dejes de sorprenderte. Y muestra tu sorpresa. Compártela. Intenta que, cuando te digan algo que no sepas, sólo sea cuestión de tiempo saberlo. Nadie es más que tú. Nadie es menos que tú. Y si llegas a una posición que te permita, o que te obligue dirigir a alguien, sé respetuoso. Da igual que sea un asistente o doscientos empleados. Respeta sus espacios. Sus tiempos. Habla con ellos. Permíteles pensar. No impongas tu opinión. Pon la cara para que te la partan por ellos. Aunque se hayan equivocado. Ya se lo contarás. Da ejemplo con tus actos. Desde la humildad. Vives en el paraíso, no importa que te falte de todo. No importa. Puedes hacer algo vedado en muchas partes del mundo: salir a la calle con las manos en los bolsillos. Silbando y mirando el paisaje, sin que nadie te atraque, sin que te peguen un tiro. Aprécialo. Aunque haya servidumbres. Algún día podrás tirar la mascarilla a la basura. Mientras tanto, es una señal de respeto a los demás que la lleves. Lúcela con orgullo. Y con discreción. Alguien te imitará porque te respeta. Ese día puede ser mañana. Entonces tu vida habrá cambiado, y tú no te habrás dado ni cuenta. Opina. Pero hazlo con respeto. A lo mejor estás equivocado. Equivócate. Tienes derecho a estar equivocado. Que no te lo quiten. No se lo quites tú a nadie. Da lo mejor de ti mismo a los demás. Y convéncete de una cosa. No importa lo que consigas. No importa lo alto que llegues. Ni el dinero que ganes, ni a cuanta gente termines mandando.
Lo único que te llevas de esta vida es lo que has dado a los demás.
Lo demás… se queda aquí.
No te aferres. Deja ir. Deja fluir. Ama sin medida. Acepta la derrota. Disfruta el instante. Piensa en el futuro. Aspira a que todo vaya mejor. Pero mientras tanto, confórmate con lo que tienes. Atesora lo que tienes. No son propósitos incompatibles. Es más, es como debe ser.
Sé una buena persona. Aunque nadie lo note, eso se nota. Y todo el mundo lo notará. Pero tú, hazlo porque es lo correcto. Te querrás más.
Porque nada hay más grande.
Ni más sublime.
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