El rayito
El rayito de sol más atrevido
Alcanza la cumbre de San Roque
Se asoma y observa conmovido
A un pueblo que yace adormecido
Pestañea, para mejor enfoque
Sonríe, mira atrás de su cogote
Y solicita al Sol que dé permiso
En esto no le gusta ser remiso
Querría ser quien dé el primer estoque
Su padre resignado tuerce el gesto
“qué voy a hacer con éste”, se plantea
“al chico se le ve bien dispuesto;
y yo tengo trabajo en mi platea.
Me estoy haciendo viejo para esto”
Asiente lentamente, y la señal
La recibe el rayito alborozado
En un segundo un salto le ha llevado
A lo alto de San Diego, en la vertiente
Que mira hacia el mar del otro lado
Pasea por la cumbre del Calvario
Vuelta atrás, sube a la Mesa Mota
Mira a un lado, y luego al contrario
Cuanta paz y sosiego; bien se nota
Que aún está dormido el vecindario
Decide dar comienzo a su tarea
Aquello que repite a diario
Derrama su energía en la ladera
Y baja lentamente por el barrio
Que al pie de la montaña, siempre fiel,
Custodia aquella esquina de La Vega
La esquina donde casi nadie llega,
Esa que todos llaman San Rafael
Penetra por el Camino Largo
Y calienta las húmedas palmeras
Descansa en un banco forjado
(A esa hora escoges el que quieras,
que queda sitio libre en ambos lados),
Y espera hasta sentirse preparado
Cuando llega la hora, sigiloso
Se atreve por la Calle del Remojo
Que muere en la noble San Agustín.
El rayito la pisa orgulloso
Admira la belleza con sus ojos
Y huele el café que en el Molina
Lázaro, siempre meticuloso,
Consigue elaborar como imaginas
El rayo se da por satisfecho
Aún rodeado por las brumas
Y la humedad clavándose en su pecho
Siente que es la hora oportuna
Hace una seña y llama a aquel lecho
A sus hermanos, que van todos a una
Y recorren en un segundo el trecho.
Amanece otro día en La Laguna
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