GAIA

El planeta Tierra, al que muchos prefieren denominar Gaia, tiene aproximadamente 4.500 millones de años de antigüedad. Millón de años arriba, millón de años abajo. Desde su nacimiento hasta que sobre su superficie apareció el primer signo de vida pasó un tiempito. Aproximadamente 3.300 millones de años, porque se estima que las primera células que originaron la vida son de hace 1.200 millones de años. A partir de ahí a alguna célula se le debe haber ocurrido darse un revolcón con otra/otras y comenzó el intercambio genético. La creación de las especies. Despacito, que diría la canción, porque el primer vertebrado tardó en aparecer 700 millones de años más. O sea, el primer vertebrado sobre la Tierra apareció hace unos 500 millones de años.
 
Millón de años arriba, millón de años abajo.
 
Sería un fisco chico, claro, apenas imperceptible. La cosa evolucionó hasta que llegaron los reptiles, que es sabido poblaron la Tierra hace unos 300 millones de años. Con los reptiles surgió la primera condición: el instinto.
Algo más tarde, hace 220 millones de años, aparecieron los mamíferos, y con ellos la segunda condición: la emoción. Antes de los mamíferos, no existía la emoción.
 
Siguió pasando el tiempo y apareció el primer Homo, hace unos 2,5 millones de años. Ayer, como quien dice. Y con el Homo, la tercera condición:
 
La razón.
 
No el periódico, sino la capacidad de razonar, me refiero.
 
Bien.
 
Nuestro cerebro tiene todo eso en su interior. El cerebro reptiliano, el más antiguo, con 300 millones de años de evolución, es el que atesora el instinto; el cerebro mamífero, con más de doscientos millones de años de evolución, la emoción. Y el cerebro homo, el más nuevecito, sólo 2,5 millones de años de evolución, la razón. Los humanos atesoramos, por tanto, las tres condiciones.
 
Pero dichas condiciones no llevan el mismo tiempo de evolución. Y la razón, como quien dice está aterrizando.
 
Vale.
 
Reproduzco textualmente las palabras de Iván Redondo en un curso que ha dado:
 
–¿Os acordáis de la frase “es la economía, estúpido?”. Estamos en una época de cambio. Lo que yo os diría es “son las emociones, estúpido”. ¿Por qué? Porque entre otras cuestiones, yo antes me emociono y luego pienso… Si tuviera que clasificar las tres principales emociones que tenemos, con las que se pueden jugar además en campaña electoral, es el miedo, el rechazo y la esperanza.
 
Esa frase fue pronunciada el ideólogo de cabecera de Sánchez, y en realidad no son más que técnicas de neuromarketing (porque todo este rollo del origen de las especies es algo que los especialistas en neuromarketing tienen bien estudiado desde hace tiempo).
 
El miedo. El rechazo…
 
Fascismo, ultraderecha, cordón sanitario, odio… Palabras que parecen registradas a nombre de algunos partidos en esta terrible campaña para provocar eso. Miedo. Rechazo.
 
El problema es que, luego de esto, existe una tercera emoción, cual es la esperanza. Y tengo la impresión de que alguien la ha registrado asimismo a su nombre. Con un estilo particular, asociando la esperanza a la libertad. “Mientras haya libertad, aunque sea pobre, tengo la esperanza de progresar en la vida…” y esas cosas.
 
La posibilidad de mejorar en la vida acaba con el miedo, y supera al rechazo. Sobre todo en el país de los autónomos, este mensaje es muy potente.

Aunque esta lucha ideológica es descarnada, Algún día Gaia se sacudirá la pelo, o estornudará, y todos nosotros seremos Historia.

Pero hasta entonces, seguiremos escuchando historias de miedo. Historias de rechazo.

Historias de esperanza.

 

No Comments

Post a Comment