LA RUEDA

Hace cuarenta y pico años me dejaron mis padres en una guagua para ir a un cursillo de natación. O a uno de inglés. O a lo que sea. Instrucciones para portarme bien, mochila con bocata en la bolsa y circulando. Era una parte de la formación de uno, el ser capaz de hacer cosas al margen de la enseñanza reglada, conocer otra gente y visitar otros lugares para desarrollar actividades distintas, para aprender cosas diferentes. Una parte importante de nuestra educación que hoy, afortunadamente, se ha convertido en algo cotidiano.

Hoy, sin embargo, fui a acompañar a mi madre a subirse en una guagua para irse a Las Teresitas a hacer gimnasia, a pegarse un baño y a socializar con otro montón de mujeres que, como ella, asisten al otoño de sus vidas respondiendo a la llamada municipal, y sumándose a una actividad impagable.

Hay cosas que simplemente están bien. No puedo por menos que felicitar a los responsables de que todas estas personas, la mayoría en los ochenta años bien entrados, tengan una actividad apropiada, saludable e ilusionante. La socialización, ese bien tan preciado de los que vivimos en sociedad, no es algo reservado a ninguna edad determinada. Lejos de ello, es algo vivo, que conviene mantener en buena forma.

La ilusión que tenía yo hace cuarenta y pico años es similar a la que hoy tenía mi madre. No es óbice estar más cerca de los noventa que de los ochenta el hecho de que, algo tan normal como subirse a una guagua e ir a la playa, pueda tener un viso de cohesión social tan fuerte.

Los poderes públicos se han hecho eco de la importancia de la apertura de mente, mostrada esta en forma de formación en idiomas, aportación de fondos para los cursos Erasmus de nuestros estudiantes, o Séneca, o lo que sea.

Hoy nuestros mayores, que nos dieron lo que pudieron, son beneficiarios de iniciativas como esta, que ayudan a que todas estas personas enfrenten los años que les quedan de un modo proactivo, divertido y saludable.

Esa debe ser parte de la cohesión social de la que todo el mundo habla.

Nuestros mayores no merecen menos.

 

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