LIDERAZGO
Todo el mundo opina que debemos matar a un perro que merodea por el barrio. Además, a pedradas, en la plaza, para dar ejemplo. El perro es un cabronazo, y feo de cojones. Pero es un perro, joder. A mí me gustan los perros, y me da palo apoyar esa iniciativa. Lo más correcto sería meterlo en algún lugar para separarlo de los vecinos y, si es posible, rehabilitarlo para que vuelva a la calle. Sin embargo, todo el mundo quiere matarlo, porque el otro día mordió a una vecina que paseaba por la calle. A una muy simpática, que tiene un montón de seguidores. Eso está fatal, soy consciente, pero matarlo… No sé. Tal vez debería no pronunciarme, pero ya sería la segunda vez en una semana que no me pronuncio acerca de un caso de sensibilidad social. La semana pasada, todo el mundo pensó que había que expulsar del barrio a un vecino que ronca un huevo. La verdad es que suena como un camión cuando duerme la siesta, hasta el punto de asustar a los niños, que están convencidos de que es el coco, y ya tienen hasta miedo a salir a la calle. En su momento no opiné al respecto, porque me parecía muy fuerte echar a un vecino por eso. Tal vez sugerirle que vaya al médico, o que duerma la siesta en el sótano… Pero la vecina popular, esa que fue mordida por el perro, fue muy explícita. Nos ilustró con toda una pléyade de motivos por los cuáles sería conveniente expulsar al vecino, y la mayoría de sus seguidores, que son miles, le daba la razón. Están todos hartos.
La cuestión es que dicha vecina me ha adelantado en número de seguidores, porque yo he perdido la oportunidad de ganarme algunos miles con el asunto del tipo que ronca. Si quiero mantenerme en la brecha, no puedo permitirme ahora no opinar sobre el perro. Ya he probado en otras ocasiones invocar la legalidad, pero eso no funciona. La verdad es que las leyes son un coñazo, y la gente va de otro rollo. Así que creo que lo que haré es decir que los perros que muerden son unos maleducados, por culpa del sistema de educación de perros, que deviene de una cultura sesgada por la incultura, y que dicho instinto se ha incorporado en su ADN de tanto estar influenciados por dicho ambiente negativo. Y tal vez lo dejo así… O casi mejor añado que vale, que sí, que lo matemos. Porque, en realidad, es lo que quiere todo el mundo. Pero especificando que debemos hacerlo solo como ejemplo, para que los demás perros vean lo que ocurre. Paralelamente puedo, por ejemplo, proponer una fundación para la reeducación de los perros en una sociedad más libre y plural. Eso no lo ha hecho nadie hasta ahora, es una idea estupenda, y así desvío la atención hacia las autoridades, que son las que tendrán que poner la pasta para la fundación. Me libro de sospechas, quedo bien y le pongo la pelota en el tejado a otro. Sí, eso haré. Es que no puedo permitirme perder más seguidores.
Mucho menos que la vecina se me escape demasiado en los índices de opinión.
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