LO OPUESTO A LA OPOSICIÓN
En el mundo anglosajón, un contable es el paradigma del friki, empollón, lerdo, torpe y metepatas. Es el que siempre dice la cosa inadecuada en el momento inadecuado, la vergüenza ajena en todos los saraos, el que tira el barreño de ponche al suelo y lo deja todo perdido. Buena gente, porque siempre son buena gente, pero quedan sistemáticamente relegados al despachito pequeño que hay al fondo de la empresa, entre baldas atestadas de papeles que a nadie importan un carajo. Y no crean que no me jode. Estudié empresariales y llevo entre contabilidades toda mi vida, pero los estereotipos son los estereotipos.
Bueno, pues nuestro líder de la oposición ha dado crédito en sesión pública de nuestro Parlamento al criterio de unos contables australianos relativos al modo en que el gobierno lleva la crisis adelante. Unos contables que a lo mejor ni saben en qué parte de Sudamérica está España. Seguramente pensarán que pegadito a México, como me han dicho a mí en más de una ocasión.
Por si eso fuera poco, después se va al baño, deja el grifo abierto (algo medioambientalmente inaceptable) y se pone a pensar en vaya usted a saber qué, en una foto ideal para todo tipo de memes, que lógicamente tardaron cero coma en comenzar a salir.
Sí, señor Casado, me pegué toda la intervención suya, y la de casi todos los demás (no puedo con Rufián, lo siento), en la sesión del miércoles. Y dijo usted cosas que tiene sentido, algunas más que otras.
Pero al asesor de imagen de su partido yo lo pondría de rodillas con los brazos en cruz en plaza pública. Para que los niños, en su flamante hora de paseo con sus padres de la semana que viene, vean lo que no se debe hacer.
No se puede ser más tornillo.
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