MIERDA
Cuando el tiempo lo permite, que no es siempre, habida cuenta de que vivo en La Laguna, escribo en el exterior. La casa tiene un porche con una mesa donde me suelo sentar a escribir respirando aire libre, algo que hoy en día es importante.
La cosa es que el sereno en esta ciudad es algo serio. Por las mañanas, cuando amanece todo mojado, me gusta sentarme bajo el techo protector del porche a darle al teclado protegido de las inclemencias de esta ciudad tan castellana.
En otro orden de cosas, tengo dos perros, Aston y Martin, que entre los dos no suman medio cerebro. Están como puñeteras cabras. Pues bien, los días fríos, húmedos, lluviosos y tal, como les digo, me gusta salir al porche abrigado, enciendo una estufa que tengo sobre la mesa y me pongo a escribir en medio del pelete.
Pero últimamente, cuando llego a la mesa me suelo encuentro encontrar sendos regalitos de los dos canes, uno a cada lado de la silla.
Dos moñigos, concretamente.
Cada uno me deja su muestra de cariño pero sólo los días de lluvia y sereno.
–Ese es el despacho de patrón –dijo Aston, el más joven.
–Mejor cagar en el despacho del jefe que mojarnos las patas ahí fuera –respondió Martin, el veterano.
Dicho y hecho. Mojón que te pego y hasta luego.
Y uno no sabe cómo interpretar la cuestión.
Tal vez, siendo blanco, estando en la nevera y pareciendo leche, sea leche. O sea, es posible que esto sea lo que parece. Un buen lugar para cagar sino quieres mojarte las patas.
Pero últimamente me da por pensar algo mucho más angustioso. Igual este lugar donde escribo lo que realmente inspira son creaciones de mierda.
Y claro, cada uno lo expresa como puede.
Les he preguntado a Aston y a Martin, pero me miran como si estuviera loco.
Seguramente ellos piensan que el que no llega a medio cerebro soy yo.
Dicho lo cual, les dejo que tengo que recoger dos moñigos.
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