DE NOMBRES, NOMBRECITOS, NOMBRETES Y NOMBRAJOS
En Canarias, el tema de los nombres es otro rollo. Aquí un fulano puede nacer Estanislao Tanausú Fuensanta Michavila, que puede ir olvidándose del tema según entre en el colegio, porque lo más probable es que acabe siendo Tato. Chiquito curro llamar a un nota por un nombre con cuatro sílabas, de eso nada. Luego, según crece el individuo en cuestión, y en función de su echadura, puede salir un fogalera, de esos que amanece en Las Palmas comiendo churros en la playa de Las Canteras, después de una noche de juerga de la que todo el mundo se acuerda hasta el fin de los días, en cuyo caso acabará siendo Tato el Baifo. Si en lugar de ello es un tragón que se manda los tableros de sardinas con cabezas y todo, lo más probable es que acabe siendo Tato el Bocanegra. También puede salir un capullo irredento y vocacional, que se dedica a putear a todo el mundo porque se le viró el buche de chico, en cuyo caso tiene sentenciado que será Tatochingomierda, así, sin espacios ni nada.
Por eso muchos padres canarios, escarmentados, suelen evitar poner los nombres de pijos que se ponen en la península, como Ashley, Cloe o Zoe en caso de las chicas, o Gonzalo, Borja o Kilian en el de chicos, ya que saben que acabarán siendo Chachi, Cló y Só. O, en el caso de chicos GonSalo, Borha o Coco, con lo que el efecto doble jota de BorJJa que funciona de Cádiza parriba, o de zeta autoritaria del GonZalo se verán diluidos por la displicencia de nuestra inefable pronunciación.
Aquí, como sabemos lo que hay, y pa joder, solemos utilizar María, Ana o Vicente. Y a tomar por saco. Y si la llama uno Txaxiraxi, ya tienes claro a priori que acabará siendo Chasi, o Chicha, algo que se asume con naturalidad. Y lo único que esperamos es el mote que le caiga arriba sea lo suficientemente benévolo como para no se sonroje cuando llegue a consejero del Gobierno, CEO de una compañía importante o estrella de la televisión.
Seguramente les suena la escena:
–¿Sabes quién es el nuevo CEO de Trading Co Inc?
–¿Quién?
–Tito.
–Qué Tito.
–Tito el pollanegra, ¿quién va a ser?
–No me jodas. ¿El pollanegra? Chiquito máquina el cabrón, ya apuntaba maneras de chico.
Con lo cual trasciende a la vida pública un secreto del vestuario de fútbol de cuando los tres jugaban en cadetes.
Cosas de canarios, qué le vamos a hacer…
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