ONE DAY MORE

Estábamos todos… bueno, todos los que fuimos afortunados de conseguir las anheladas entradas para observar cómo Fimucité da un pasito más y llega a su mayoría de edad. Un evento más. Un día más. One day more, testigos de cómo dos locos de la música y el espectáculo lo dan todo… todos los años, para brindar con Santa Cruz al ritmo de lo que ellos quieren cada año, que invariablemente es genial. Da igual si son ritmos conjuntados a través de una orquesta brillante, un grupo de rock sorprendente o unas voces imposibles, que nos regalan un despliegue de talentos inasequible para el resto del mundo. Aquí es posible, gracias a un genio de la música y a una genio del baile y de la conexión con el público. Tal vez no somos muy conscientes de la brillantez de un acto, desarrollado en cuatro tiempos, que nos ha dejado en la memoria lo que es la excelencia, el trabajo arduo y conjunto en pro del bien común. Hay múltiples formas de medir la calidad de vida. El dinero, las infraestructuras, la seguridad personal, la jurídica, el reparto, la solidaridad, el respeto… esas cosas. Pero cuando un intangible que viaja con el viento, con el aire, y que accede directamente al corazón de las personas, a sus sentimientos, cual es la música, llega a todos los rincones de este lugar en el que vivimos, las cosas suben de nivel, para llegar a rozar los sueños.

Un día más en la oficina. Lo hacen sencillo, cuando no lo es. Nos regalan sueños, momentos inolvidables que se graban a fuego en nuestro interior y que nos obligan a soñar, dejando todo lo demás en ese lugar que de repente se convierte en anodino, en tierra de nadie, porque nos recuerdan, año tras año, que somos producto de la vibración. Somos vibración.

Tenerife ha vuelto a vibrar un día más. One day more.

Un día menos para el próximo año.

Larga vida, Fimucité.

Enhorabuena, Diego y Ana.

Son impagables…

 

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