PENSANDO PENSANDO…

“Esos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros…”

(Frase atribuida a Groucho Marx)

 

Con diferencia, lo mejor de la democracia es que uno puede pensar como le dé la gana.

Bueno… en realidad en las dictaduras también puede uno pensar como le dé la gana, pero ha de cuidarse mucho de opinar en tal sentido. En particular, si ello es contrario a lo que piensa el dictador. En tal caso, las consecuencias podrían ser nefastas.

Porque, verán, en las dictaduras, el dictador puede cambiar aquello que piensa. Para eso es el dictador. Y los demás estamos autorizados a pensar lo mismo… y a cambiar de acuerdo con él. No es cuestión de enmendarle la plana, eso jamás.

Por tanto, en las dictaduras hay una especie de alineamiento personalista, es decir, un alineamiento con una persona, concretamente en la persona de dictador, y no con una ideología, ni tampoco con determinados principios que pueden estar bien… siempre que el dictador los avale, claro.

Estos pensamientos del dictador pueden posteriormente convertirse en manifestaciones abiertas de apoyo por parte del pueblo, en tanto en cuanto sean homologables con las anteriores.

Por ello, en una dictadura, el Derecho, las opiniones y las posturas siempre se alinean con la figura del líder, que es quien sabe qué conviene o no conviene pensar, decir o incluso hacer en cada momento, aunque sea lo contrario a lo manifestado por él mismo un poco antes. A veces, ayer mismo.

Son principios que conviene tener en cuenta, porque quien se mueve, no sale en la afoto.

Y en ocasiones, aunque no te muevas, un codazo ocasional, o bien oportuno, es suficiente para que tampoco salgas en la afoto.

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