PENSIONES: un poco de rigor, por favor
Ningún tonto se queja de serlo; no les debe ir tan mal…
(Noel Clarasó)
Circula un bulo por Whatsapp sobre un supuesto saqueo de las pensiones españolas, que sugiere que el fondo de reserva se ha utilizado para comprar deuda pública. Esto, que en principio debería ser desmentido y ya está, se extiende como la pólvora por muchos motivos, pero principalmente porque la derecha española adolece de una pobreza e inoportunidad dialécticas impropia tanto de los tiempos que corren cuanto de la cantidad de votos que acarrean. Y cuando intentan que no sea así, casi mejor que se estén calladitos. Obsesionados como están con la última cifra de déficit, de paro o con la prima de riesgo, pierden un objeto clave de la política, que en mi opinión consiste en crear un clima de colaboración entre todos los ciudadanos, encaminado a que trabajemos por el bien común. El famoso “Keep Calm and Carry On”, empleado por el gobierno británico cuando las bombas alemanas machacaban Londres. Caen chuzos de punta, lo sabemos. Tranquilo y sigue adelante, que aquí alguien controla… Ese mensaje tranquilizador de los poderes públicos, emitido no solo por el gobierno, sino por los responsables políticos en general es algo que se echa mucho de menos.
Al respecto, declaraciones como las que ha perpetrado el Gobernador del Banco de España, José María Linde no pueden estar más desenfocadas. Además de equivocadas.
El debate de las pensiones públicas está en la calle: su sostenibilidad, el modelo futuro, la financiación de un sistema que permita que los que hoy estamos trabajando, podamos algún día recibir una pensión que nos permita vivir dignamente.
Lejos de ello, lejos de hablar de cómo un sistema público debe ser diseñado, Linde habla de ahorro privado. Es cierto que Solbes ya dijo hace más de una década que más nos valdría a todos ahorrar para el futuro. Pero eso también me lo decía mi abuela cuando yo tenía cinco años. No es preciso ser economista, ni ministro, para soltar una obviedad así. Todo lo que podamos ahorrar para el futuro, ahí queda.
Pero el problema no está en el ahorro privado, sino en la pensión pública.
En España tenemos un sistema de pensiones basado en la solidaridad. Y ello no lo dispuso así el PP ni el PSOE. Ni tampoco un acuerdo entre todos los partidos actuales, llámese Pacto de Toledo o similar. No.
El sistema actual de pensiones deviene de 1947, momento en que el denominado Retiro Obrero Obligatorio se integró en el Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidez. Fue ahí, justo en ese instante histórico, cuando las autoridades que había en el momento decidieron que había que pasar de un sistema de capitalización (que cada uno ahorre lo suyo) a un sistema de reparto (que entre todos paguemos a nuestros mayores).
Ideologías aparte, este sistema sigue siendo el que tiene mayor aceptación en nuestra sociedad, y por eso no lo hemos cambiado. Lo hemos adaptado a los tiempos y a las nuevas necesidades. Pero las necesidades cambian, porque la sociedad cambia.
Cuando el Baby Boom, la pirámide de población era una. Hoy es otra. Más estrecha por debajo y más ancha por arriba. En la actualidad hay 2,4 cotizantes por cada pensionista, y se calcula que el equilibrio del sistema está en 2,7 aproximadamente. En los momentos más acuciantes de la crisis llegamos a tener 2,1.
Si queremos que el sistema sea sostenible, tenemos que procurar equilibrar las cifras. Y como no podemos fabricar ciudadanos en los tramos de edad que nos interese, quizá fuera bueno analizar algunas cosas:
- ¿Qué está ocurriendo con el empleo? No me refiero al número de empleados, que crece, sí, pero de forma precaria en sus condiciones. ¿Hacemos lo correcto para que no sea así?
- Lo anterior está íntimamente relacionado con la investigación y el desarrollo. Con la formación. Con la innovación. Con el emprendimiento. Con el apoyo a quienes tienen una idea. Con el desarrollo del talento.
- España crece en algunos sectores como el turístico. Y el industrial, curiosamente, entre otras cosas gracias a que los sindicatos y los empresarios se han puesto a hablar entre ellos, y han pasado de lo que dicen gobierno y prensa. Han ido a ser mejores, y han crecido en tiempos de escasez.
- Pero hay sectores en los que somos potencialmente fuertes que no estamos desarrollando al ritmo debido: energías alternativas, servicios fintech, plataforma logística de negocios internacionales, a caballo como estamos entre África, América y Europa.
- Estamos tardando en desarrollar servicios en Blockchain, que a buen seguro va a cambiar el modo de operar en el planeta a la voz de ya. Y no veo especialistas en la materia que nos ayuden a formarnos y a desarrollar sistemas de trabajo sobre una plataforma tan revolucionaria. Sin embargo, todos los días me llegan por correo electrónico cursos desde Oxford, Harvard o Yale, para realizar a distancia y titular en la materia. Aviso para nuestros responsables universitarios.
Luego hay otro problema, que no tengo muy claro si es causa o consecuencia: la desigualdad. Que no ocurre solo en España. Hace un par de años, un autor francés, Thomas Piketty, publicó un libro llamado El Capital en el Siglo XXI, muy interesante, que hace hincapié en que el desarrollo de las últimas dos décadas ha propiciado una desigualdad creciente en todo el mundo, siendo, por ejemplo, Estados Unidos, uno de los países más desiguales del orbe. Curioso.
Si no somos capaces de diseñar un sistema que incentive tanto a empresas como a trabajadores, que premie el talento y que permita el reparto de riqueza, no en forma de reparto graciable, sino precisamente premiando el esfuerzo y el acceso a los mercados de forma más igualitaria, el problema persistirá.
Hay factores, quizá un tanto técnicos para tratar aquí, que inciden en este problema, cual es la política monetaria. Desde que se perdieron las referencias monetarias en 1971, con el abandono de los patrones monetarios, el dinero fiduciario se ha multiplicado… y la desigualdad también. Más dinero, proporcionalmente en menos manos. Que termina con una crisis financiera (crisis de deuda) que ha puesto el mundo patas arriba. La consecuencia es el surgimiento de la Blockchain… y el Bitcoin, entre otros. La necesidad de pasar por encima de los reguladores del dinero. Pero ese es otro tema.
El debate es amplio, los paradigmas están cambiando, el futuro es difícil de predecir. Pero como decía mi abuelo: hablar bien y caldo de gallina… no hacen daño a nadie. Para que todo esto cambie, hace falta hablar mucho. Y escuchar más. Y actuar.
El problema de las pensiones se puede considerar como tal, pero también se puede entender como una consecuencia de otro problema, que es el que de verdad está en el origen de todo: la formación de la riqueza y el acceso a esta. Cuantas más personas lo tengan, antes se arreglará el problema de las pensiones.
Como desde luego no se arregla es considerando un piso pagado en veinticinco años como una retribución en especie, hombre por Dios.
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