SPUTNIK
Seguramente la noticia de que Alemania va a comprar la vacuna Sputnik al margen de las gestiones de la UE será recibida aquí de modo desigual. Como cualquier cosa, la que sea, se analiza desde el punto de vista de la derecha y de la izquierda (al centro cada vez le hace menos caso más gente), nuestra habitual polarización aporta directamente los argumentos a seguir.
Por una parte, el votante de izquierdas en general pensará que Alemania ha actuado de modo incorrecto, sin tener en cuenta los mecanismos solidarios de la UE. Pero a partir de ahora entenderá que se abre la veda para que cada uno actúe a su aire. Así que si mañana Pedro Sánchez y su equipo acuerdan comprar Sputnik, o lo que sea, al margen de la UE, bien estará. Pero no por que sea iniciativa propia, sino porque lo ha hecho Merkel. Y eso se erige en una especie de patente de corso para los demás.
Por su parte, el votante de derechas pensará en general que Ayuso es una lince por adelantarse a Alemania, demostrando que Europa no funciona y que hay que moverse.
Decía a mediados del siglo pasado Lord Palmerstone, al que seguramente podemos considerar el padre de la diplomacia británica, que Gran Bretaña no tiene amigos permanentes. Tampoco enemigos permanentes. Que lo que tiene son intereses permanentes.
Los intereses serían, en tal caso, los británicos. No los de los tories, o los de los laboristas, sino los de todos.
Tal vez deberíamos darnos cuenta de que cuando alguien de España habla de algo que tiene que ver con nuestra relación exterior, especialmente en este caso en que lo que está en juego es la salud, deben prevalecer los intereses permanentes de España. No los intereses permanentes de tal o cual partido, ese mal atávico que nos atenaza y nos reduce al absurdo ante cualquier problema que se ponga delante, donde se prioriza machacar al contrario político con una saña que no sé de dónde carajo sale.
Si Perico el del rastrojo compra vacunas y Felipa de los peines vacuna a tolmundo, pues bienvenido sea, coño.
Que parecemos idiotas.
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