EL TAMAÑO NO IMPORTA
Pido de antemano perdón por la incorrección, pero cuando un tipo dice eso de “el tamaño no importa”, la audiencia inmediatamente piensa “otro que la tiene pequeña”. Es parecido a lo que ocurre cuando un tipo dice “yo no soy de derechas ni de izquierdas”. Automáticamente todo el mundo que escucha piensa “otro de derechas”. Porque los de izquierdas, claro, lo llevan a gala. Consciente de eso, cuando alguien me pregunta (algo que ha sucedido varias veces a lo largo de mi vida) si soy de derechas o de izquierdas, suelo contestar con otra pregunta: ¿Y tú, eres de derechas o de izquierdas? Lógicamente, la respuesta es inmediata: de izquierdas, claro. Cuando quiero saber más y pregunto que por qué, me suelen decir eso de que “me preocupa la clase media trabajadora, y las condiciones de vida de los más desfavorecidos” y tal y tal. La siguiente pregunta es inmediata: Y tú, ¿cuántos puestos de trabajo has creado?
Ahí ya comienzan las posturas incómodas, las justificaciones, las coartadas y eso. “yo ninguno, porque no pertenezco a la clase empresarial, porque si pudiera…” y tal y tal.
Uno, que ha creado puestos de trabajo y asumido deudas que rayan la pérdida de sentido común, por un proyecto que al final supone la garantía de dolores de cabeza y estómago permanentes durante mucho tiempo, no puede por menos que reírse de las ínfulas de aquellos que piensan que la ideología es garantía de ser bienintencionado… o malintencionado.
Lo cierto es que, en los veinticinco años que estuve de empresario, viví momentos de penuria, de expansión, de control, de miedo, de incertidumbre, de optimismo, de riesgo para mi economía e, incluso, para mi estabilidad emocional. En varias ocasiones tuve el abismo ante mí. Esto es una realidad (a muchos de los que leen esto les sonará) que choca con conceptos como la seguridad, la estabilidad, la tranquilidad o el sosiego. Un empresario, una empresaria, vive con las alarmas encendidas día y noche, días laborables y también de fin de semana, días lectivos o días de vacaciones. No hay tregua. En cambio, lo que sí que hay es una buena ristra de Administraciones Públicas que ponen el foco en lo que estás haciendo, con una pléyade de medios de control que usted ni se imagina, para ver por dónde encuentran alguna gotera en el sistema que se conviertan en dinero a recaudar, y que pasará a engrosar las listas de fraude.
Que es como debe ser, claro está.
Por eso, cuando veo debates como el de Sánchez y Feijóo, que se batieron el cobre hablando de una gente que están en una situación que ni conocen ni se imaginan, ya que están muy lejos de nuestra realidad, pienso en el modo en que comenzó este artículo.
Así que propongo que cuidemos a los empresarios/as.
Y de paso que asumamos que, realmente, el tamaño no importa.
No Comments