AÑOS

Cuando mi amigo nació, tenía unos mil años. Por eso muestra el entusiasmo del adolescente, la sonrisa beatífica del monje, la valentía del guerrero, el aplomo del filósofo, la conchabanza del compinche. Cuando en su día lo fabricaron, le colocaron todo al revés. Por eso, el día que cumple otro año, es él quien invita a los demás. Organiza una fiesta para alguien que haya escrito un libro, una obra de teatro, pintado un cuadro… y vengan música, copas y risas. Todo, con tal de que él no sea el centro. Nunca.

Nunca lo es.

Pero siempre lo es.

Por eso ha sido capaz de unir a tanta gente, de crear tantas complicidades, de crear un planeta donde las cosas funcionan al margen de mundo real.

Donde funcionan como se debe funcionar.

Mi amigo tiene mil años.

Hoy cumple otro más.

Larga vida a mi amigo.

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