AQUÍ NO HAY PLAYA

A Joaquín Leguina, en sus propias palabras, no lo han echado del PSOE. Lo han suspendido de militancia. O sea, que debe significar que sigue estando en el PSOE, pero no es militante… o algo así, ¿no?

Es posible que sean una de estas medidas que se establecen para las personas que llevan en alguna organización durante muchos años. Por ejemplo a un socio del… digamos Club Náutico, o del Casino, que tras cuarenta años de socio, pagando que te paga, lo nombran socio de honor y le dicen que puede seguir entrando, pero no pagando.

Bueno, pues a Leguina igual, solo que a él le dicen que no hace falta que pague más, pero que no siga opinando. Que esto está feo, sobre todo si critica las nuevas normas establecidas para que impere el orden en el imperio.

Hace muchos años, cantaban The Refrescos eso de “aquí no hay playa”, y en un momento de la canción uno de ellos decía eso de “escucha Leguina”. Claro, Leguina era el presidente de la Comunidad de Madrid (sí, el PSOE ha gobernado en Madrid, sí…), y querían llamar su atención con lo de la playa.

Hoy, confirmado que en Madrid no hay playa, es Leguina quien quiere hablar, y dice eso de “escuchen todos…”, para indicarnos lo que dijo el torero cuando vio salir a un toro que parecía un contenedor de grande. Miró hacia la presidencia y dijo: Señoría, lo que no pué zé no pué zé… y además es impozible…

Las protestas de Leguina por algo tan elemental como que le parece mal la eliminación de determinados delitos del código penal como contrapartida a un voto a favor de una norma temporal (cambio de código penal, algo definitivo y para todos los españoles a cambio de un voto a favor de unos presupuestos que caducan al año de aprobados), se han saldado con un “váyase a su casa y no opine más”. Y listos.

Una nueva forma de conducirse de aquellos que piensan que el consenso y la democracia es el mejor de los sistemas, pero que en este caso ha mostrado su cara más lamentable, esa que definió en su día Churchill cuando dijo que la democracia es “el peor de los sistemas, si excluimos todos los demás”.

Democracia también es hablar y dejar hablar, y en el PSOE siempre ha imperado el poder de la palabra, siempre ha habido gente que no está de acuerdo, que se muestra contrario a esto o lo otro. El otro día Lambán tuvo que retractarse, pero Leguina no se retracta, y tras sus palabras “a mí no me va callar Pedro Sánchez” yace un desafío.

¿Qué hará el PSOE? ¿Dejará hablar a su gente, o el silencio pasará a ser es el nuevo código de conducta?  Un código que, por cierto recuerda otra época tan lejana que yo, casi con sesenta, no llegué a vivir.

Habrá quien hable de deshonor, de traición, de lo que sea.

Pero si hay algo que tenemos, o debemos tener en democracia, es la palabra.

La palabra es esa playa que todos queremos disfrutar.

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