ARGUMENTOS CHANCLETA

El déficit anual contributivo de la Seguridad Social ha subido hasta 21.169 millones de euros en el primer trimestre de 2020, es decir, sin contar el efecto COVID.

O sea, que lo que recaudamos por cotizaciones es inferior a lo que pagamos por pensiones en 21.169 millones de euros al año.

Quiere decirse con esto que el andar de la perrita (es decir, de las pensiones) ya venía cojitranco antes de que el bicho dijese aquí estoy yo. Ahora, con la pandemia, dicho agujero puede llegar, según diversas fuentes, a 30.000 millones anuales. Según otras, a 40.000 para el año 2023 (diario El País, por ejemplo). Éste es un agujero anual que hay que financiar de algún modo. Hasta ahora, con cotizaciones sociales y deuda. Dentro de poco, con impuestos. Es decir, hasta ahora la pagaban los empresarios, y lo que faltaba se obtenía de deuda pública. Dentro de poco, el ciudadano de a pie tendrá que apoquinar para que sus mayores tengan pensión. Más impuestos, por tanto, para los habitantes de un país donde el trabajo ha pasado a ser un bien escaso y mal remunerado, y donde la creación de la riqueza es un debate que simplemente no interesa.

El estropicio es notable. Referencias: la banca, en total, gana unos 15.000 millones de euros al año. Esta es la cantidad que ganan todos los bancos juntos. O sea, que si quitamos a la banca todos sus beneficios anuales para meterlos en pensiones, además de hundir el sector financiero y, de paso, los ahorros de los españoles, seguimos necesitando otro tanto como mínimo. Vaya esto como referencia para quienes insisten en eso de la redistribución de la riqueza como la patente de corso para todo. Todos los beneficios de quienes más ganan juntos no hace cosquillas a la cuenta de las pensiones, que en 2019 ascendió a casi 148.000 millones de euros. Sí. Casi 148.000 millones de euros.

Esto sólo se equilibra generando riqueza, en opinión de este economista de pueblo. Pero la discusión sobre la generación de la riqueza sigue sin interesar a nadie. Los empresarios son presentados hoy como esa clase dominante de la sociedad que exprime el limón del trabajador y que no reparte su riqueza con nadie, discurso que se utiliza de base para lo que ahora mismo figura en primer línea del argumentario de los capitanes del equipo: la tan traída y llevada distribución de la riqueza.

¿De qué riqueza, maifrien? Si toda la banca junta no gana el diez por ciento del coste de pensiones…

Este dislate argumentativo evita que seamos conscientes de nuestra capacidad, de lo que podemos hacer si quienes quieren y pueden crear cosas, lo que sea, recibieran un mínimo de apoyo por parte de los capis. Un empresario crea empleo, pone su futuro en riesgo por una idea y paga el 31% de los sueldos en forma de esas cotizaciones sociales que pagan unas pensiones crecientes y de futuro incierto.

A ver si nos centramos.

Aunque no parece, no…

 

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