EL ARTE DE LA MANIPULACIÓN

Para llegar a la verdad, el alemán suma, el francés resta y el inglés cambia de tema

(Peter Ustinov)

Allá por 1991, Frederick Forsyth publicó su décima novela, que lleva por título “El Manipulador” (The deceiver en el original). Cuatro historias de un agente de inteligencia británico que resuelve otros tantos conflictos internacionales en distintos escenarios, con la manipulación como herramienta de trabajo. La novela me llamó mucho la atención, y mi primera reacción tras leerla fue una especie de no sabía que se pudiera hacer eso…

Luego, cuando averiguo que Forsyth, antes de novelista, fue piloto de la RAF con 19 años, periodista de la BBC y espía para el MI6, sumé dos más dos.

Pues se ve que sí que pueden…, fue mi conclusión entonces.

Hoy asistimos a un espectáculo donde todo el mundo tiene claro que nos están manipulando, pero nadie sabe muy bien dónde, cómo ni cuándo. En consecuencia, las teorías de la conspiración vuelan desde Facebook hasta los rusos, desde la prensa amarilla hasta los empresarios especuladores. Desde los gobiernos corruptos hasta el sistema capitalista. Barro a la pared y desconocimiento de la realidad, de la que participa un servidor.

Sin pretender saber más que nadie, sí que me llaman la atención determinadas acciones, mediante las cuales intuyo que alguien se toma mucha molestia en influir en determinados procesos, llámese Brexit, llámese Cataluña, llámese lo que usted quiera, que hay para todos.

Ayer, un amigo sube a las redes sociales una entrevista de El País a un informático que ha explicado cómo desde la empresa Cambridge Analytica han manipulado a las masas, hasta el punto de haber sido capaces de influir en la decisión final del Brexit, o en las elecciones norteamericanas, jugando con cartas marcadas.

https://elpais.com/internacional/2018/03/26/actualidad/1522058765_703094.html

Esas cartas marcadas consisten en analizar psicológicamente el perfil de millones de personas que interactúan diariamente en las redes, para así lanzar mensajes previamente “cocinados” desde diversas páginas web, blogs y foros de opinión, debidamente impulsados por “bots” que actúen de forma automática para que la publicidad tenga el mayor impacto posible. De este modo, según el muchacho de la entrevista, la acción de unos pocos tiene como resultado que la balanza de la democracia caiga del lado que le interesa a quienes llevan a cabo esta acción. Todos nos sorprendimos por la elección de Trump, a quien el entrevistado comparó con las zapatillas Crocs. Feas, pero con el marketing apropiado, pueden incluso ser atractivas. También a todos nos llamó la atención la activa participación de personajes que no voy a nombrar aquí en relación con el Brexit, por el que nadie daba un duro, hasta que se celebraron las elecciones y todos nos quedamos de piedra. Al día siguiente de las elecciones, esto activos personajes que andaban defendiendo el Brexit, salieron a los medios a decir que habían mentido, que la Unión Europea no costaba lo que habían dicho, y que las cosas no son como habían explicado. Luego, simplemente, desaparecieron de la vida pública, y nadie ha protestado.

Raro raro…

No sé muy bien a quién puede interesar Trump, o el Brexit, ni por qué motivos, pero a estas alturas casi prefiero no saberlo.

Mi sorpresa va en aumento cuando observo cómo la británica revista de ciencia Nature, la más antigua y de mayor prestigio del mundo, que no es sospechosa de estar sesgada políticamente, entra al trapo en el asunto de Cataluña, opinando que los catalanes, cuyo potencial científico considera notable, viven cercenados por las anticuadas leyes españolas, leyes que, por cierto, no cita. Asimismo, afirma que los catalanes se debaten entre lo malo, quedarse en España, o lo peor, salir de Europa, alegando que, si se independizaran, España no los dejaría volver a la Unión Europea jamás.

https://www.nature.com/news/scientists-see-opportunity-and-risks-in-catalan-independence-1.22663

El artículo, constata hechos como si fueran probados, como por ejemplo que España tiene leyes anticuadas, o que ha bloqueado los presupuestos catalanes, en claro perjuicio para sus universidades e institutos de investigación. No habla nada del FLA, ni de la deuda acumulada de Cataluña, o de su desfase en la Seguridad Social, que es de 5.000 millones anuales, el mayor de España, cubierto por la solidaridad de los demás. Por no hablar de las ilegalidades flagrantes del “procés”.

Hace un par de días, el diario The Times publica un editorial titulado “Spain again”, utilizando uno de esos juegos de palabras que tanto les gusta. Al margen de que Spain again es el título de un sublime disco de Michel Camilo y Tomatito, o sea, que en este caso no han sido tan originales, en el artículo explican que la detención de Puigdemont es un ataque a la democracia y al Estado de Derecho, no porque la literalidad de la ley no obligue a actuar así al Gobierno de España o a la policía alemana, sino porque indica que Rajoy ya podría haberse dado cuenta del sentimiento de los catalanes para atacar el problema de raíz, sentándose a hablar con los secesionistas para llegar a un acuerdo civilizado.

http://www.abc.es/espana/abci-espana-otra-nuevo-ataque-times-contra-nuestro-pais-201803262102_noticia.html

En dicho artículo no se menciona que el 52% de los votantes en las últimas elecciones votó no secesionista, o que un referéndum por la independencia se puede llevar a cabo, previa modificación constitucional a ser refrendada en Madrid, algo que los catalanes pueden pedir cuando quieran, convenciendo a los parlamentarios de la Carrera de San Jerónimo de que es una buena idea. La democracia, pensaba yo, consiste en eso: en convencer a la mayoría. Una mayoría parlamentaria que, dicho sea de paso, hace ya tiempo que no es monolítica. Así que, si hubieran querido cambiar las cosas legalmente, mejor momento que esto no habrá, con Bildu, ERC, PdeCat, las mareas, o el mismo PSOE de Pedro Sánchez, tan crítico con el gobierno.

Nuestra democracia ha sido puesta en la picota, y al respecto es obligatorio mencionar una curiosidad ya comentada en publicaciones anteriores: en el Democracy Index que anualmente elabora la Unidad de Inteligencia del diario The Economist, España forma parte de las denominadas “democracias plenas” del mundo. Solo hay 19 países en este selecto grupo, en el que no están, por ejemplo, Estados Unidos, Japón, Francia o Bélgica. Sí, Bélgica, ese país que no nos devolvió a Puigdemont porque por lo visto nuestra democracia no les parecía suficiente garantía.

Esto lo ha corroborado el instituto norteamericano Freedom House, que da a España un 94 sobre 100 en calidad democrática, algo que tal vez convendría que conocieran nuestros jóvenes, tan críticos con el sistema actual.

https://www.libremercado.com/2018-01-23/lo-llaman-democracia-y-si-lo-es-espana-es-uno-de-los-paises-mas-libres-y-democraticos-del-mundo-1276612502/

La manipulación siempre ha existido, y existirá. Pero nuestra eterna división interna parece haberse convertido en un caldo de cultivo magnífico para que se asiente entre la población. Pues hemos de saber que detrás de cada manipulación, siempre hay un interés.

Y, normalmente, no es el interés común.

Normalmente se trata de intereses particulares.

Normalmente inconfesables.

 

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