85

Si has nacido en el 35, tienes 85.

Pero tienes más cosas.

Naciste en una República, y sobreviviste a una guerra. Has visto a la gente matarse. O al menos lo has escuchado, porque eras muy pequeño. Vecinos, amigos, hermanos, conocidos. Sí has vivido el desgarro, y la posguerra de carencias, penurias y esperanzas. En ocasiones cumplidas. En otras, no. Has visto al mundo volverse loco, con el crecimiento de los fascismos. Y cómo la gente vuelve a matarse, en todas partes, de cualquier manera. Hasta 56 millones de almas. Has visto cómo termina todo, para luego ver crecer la gran mentira del comunismo, de la represión estatal, la prohibición de tener mente propia, propia opinión, propia imagen. Y has visto de nuevo la locura de la guerra en Corea, en Vietnam, la guerra de Indochina, que decían los franceses, la pugna de los bandos “at the back yard…”. Has visto el cinismo para combatir lo anterior: “he is a son of a bitch, but he is our son of a bitch”. Y te has sorprendido cuando alguien te plantea qué puedes hacer tú por tu país, y no al revés. Cómo casi lo reventamos todo por los aires en Bahía de Cochinos.

Viste pasar por aquí a Mr. Marshall para no quedarse, dejando dinero y riquezas en otros países sin dictaduras. Y te preguntaste por qué. No entendiste que la Comunidad Europea nos rechazase una vez, y dos, y diez. Si ya teníamos hasta destape y tóo, como en Uropa. Hasta que llega el final del régimen, y ves cómo esa muerte es necesaria para que vuelvan a casa los hijos de un país roto ya para siempre. ¿Para siempre? Pues no. Resulta que había mesas. Y sillas. Y voces. Y complicidad. Y miedo. Y voluntades. Y acción. Y valentía. Has ido con todos los demás a votar a favor de esa valentía, que gana y se impone. Por goleada.

Luego República, dictadura y ahora democracia. Has visto de todo. También enfrentar las pistolas que llegan poco más tarde, para que todos, todos, los mandemos a la cárcel. Has sentido el aire fresco, y la corrupción, y el crecimiento, y el paro, y la depresión, y el desgobierno, y la manipulación, y la sobreinformación. Has visto cómo algunos quieren volver a romper el país por un voto. Tal vez por dos. Por una legislatura, o incluso por media. Sientes que países extraños tratan de manipular al tuyo para una agenda desconocida, que te escama.

Has vivido mucho, y sabes que se ha perdido el sosiego en una sociedad que ya no es capaz de reclinarse en una silla para pensar. Porque siempre hay un “black mirror” cerca, para sacarnos de nosotros mismos, para evitar que miremos el cuadro completo. El puto “big picture”, que diría un puto cursi. Nos detenemos con cada perro que nos ladra, con cada piedra del camino, nos sumergimos en el desnortamiento, abrazamos la falta de referencias, algo que ves alarmado cómo crece en todo el mundo.

Y te sientas en tu silla de 85 años, agarras un vaso de vino y piensas. Piensas que después de lo visto, de lo vivido, de lo construido, estaría bien que fuese la providencia, divina si eres creyente, espiritual si no lo eres, quien te llevase por delante.

Y no un puto bicho de mierda creado en un laboratorio.

Porque cuando tú mueras, morirá una biblioteca.

Por nuestros mayores, #quedateencasa

 

 

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