BRUTITOS

Cuando era pibe me contaron un chiste más malo quel carajo. Por lo visto había un pueblo de gente tan bruta tan bruta tan bruta que hicieron un concurso a ver quién aguantaba más tiempo con la cabeza debajo del agua… y se ahogaron todos.

Tremendos caracabras…

Hoy, mientras miraba las alarmantes noticias de lo ocurrido en Brasil, y el correspondiente “debate” (vamos a llamarlo así) generado en nuestro país al respecto, no he podido por menos que acordarme del chiste de marras.

Y es que somos brutos, compadre…

O sea, vamos a ver:

Lo de Cuca Gamarra fue una tocada de narices planificada y en toda regla. Algo totalmente fuera de lugar, poco elegante y verdaderamente indigno de la portavoz de un partido franquicia como el PP. Que la mujer escriba que “contigo, en España esto es ahora un simple desorden público” es algo que no procede por varios motivos. El primero, porque quien califica un delito ha de ser un juez o jueza. El segundo, porque lo que tocaba hoy era condenar unos hechos condenables y ya está. Qué manía de enredarlo todo, por favor.

Pero claro, la indignación que eso ha generado en todos los partidos que de un modo u otro gobiernan España, ha sido un error tremendo. Si tú estás seguro de lo que has hecho, y me refiero concretamente al cambio del Código Penal, pues no tienes que poner el grito en el cielo para desacreditar a quien quiere desacreditarte. Lejos de ello, los que hoy mandan en España han entrado al trapo, invocando no sé qué cosas que ocurrieron en el pasado, normas que anularon a Rajoy por ser inconstitucionales y tal y cual, como si eso fuera una coartada necesaria para simplemente condenar lo condenable.

No.

Lo condenable, condenable es, y la democracia es sagrada, lo cual quiere decir que el voto del ciudadano también lo es. No hay que buscar coartadas, ni tampoco olvidar que uno se define a sí mismo por lo que dice… y por lo que no dice también.

Uno, como no, puede tener sus gustos en política. Pero el trapito rojo que le ponen a los toros para que embistan es algo que, lejos de ser figurado, en España funciona con las personas también. Hoy en día, todo el mundo es tan sectario que da lo mismo lo que diga el de enfrente. Voy a embestir. Algo que funciona también para los de enfrente, claro.

Al final, embestida va, embestida viene, lo de Brasil se arreglará con policías, jueces y cárcel, y mientras tanto aquí nos quedamos dándonos trompadas a diestro y siniestro porque, simplemente, al que piensa distinto hay que darle con algo macizo.

Decía Antonio Machado que en España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa.

Ya ha llovido desde que dijo eso, pero parece que las cosas no cambian.

Le dan ganas a uno de meter la cabeza debajo del agua y no sacarla.

Mira que somos brutos, carajo.

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