CANARIAS

Escribo esto para que lo compartas.

No me malentiendas, me importan un huevo la notoriedad social, el impacto y todas esas cosas. Con un “like”, uno no es más feliz. Así que, jóvenes ávidos de “me gusta”, ganar dinero por sacarse un selfi en, yo que sé, el Teide, por ejemplo, o en una terraza sobre el mar con una copa fashion que te cagas sobre la mesa, o junto a otros/as jóvenes modernos de la muerte pasándolo increíblemente bien en la fiesta de moda, con el peinado adecuado y el pantalón vaquero roto por el sitio apropiado… me temo que eso importa, pero no es todo lo que importa. Entiéndase esto como una reducción al absurdo, para enfatizar que en mi opinión, son precisamente los jóvenes quienes deben pronunciarse, porque es de su futuro del que me dispongo a hablar. No del mío.

Pido encarecidamente que compartan este escrito no con el fin de volverme famoso, famosillo, famosete, impactante o mediático. Corten y peguen, si así lo desean. Pero en realidad lo pido porque me preocupa mi tierra. Y a ustedes debería preocuparles también su tierra. Así que me dirijo a todos/as en general, pero a los canarios y canarias en particular.

Esta tierra es preciosa. Fértil, de clima bondadoso, de gentes buenas, de cultura variada, de alimentación rica rica, de paz, de encuentro, de sosiego, de diversión, de integración, de solidaridad. De amor. Esta tierra la heredamos de nuestros abuelos, que tuvieron que emigrar para buscar el sustento, que se partieron el lomo arando los campos y comerciando con quien podían, que escuchaban a todos, que acogían a todos.

Y esta tierra está en peligro, porque mucha gente de fuera de aquí se ha dado cuenta de que en este mundo de locos en que vivimos, Canarias es una buena opción, y se han mudado buscando todos los parabienes que ofrece a cualquiera.

Pero las cosas están llegando al límite de nuestras fronteras. Canarias es un territorio fraccionado, escarpado, limitado, y cada día lo verificamos cuando intentamos coger el coche para llegar al trabajo, para llegar al cine, para llegar a cualquier sitio, o cuando intentamos alquilar una vivienda. Cuando intentamos vivir, en cualquier caso. No sé qué sentido tiene vivir en una tierra fantástica si vivir se convierte en una suerte de carrera de obstáculos cada vez más insalvables.

Seguimos cerca de los 200.000 parados, y toda la riqueza que parece fluir hacia aquí no parece que esté recompensando a los canarios por la pérdida de libertad que supone simplemente no poderte mover. Y, en cualquier caso, no hablamos de dinero. Hablamos de protección de un territorio precioso, casi único en el mundo, si consideramos a Hawaii, que está “fabricado” con los mismos mimbres que Canarias, y al que, entre otras cosas, un norteamericano de cualquier estado no puede mudarse. Porque quieren proteger a esas islas.

El tratado de adhesión con la UE, efectivo hace ya 38 años, no contemplaba el hecho de que Canarias sea ultraperiférica, fraccionada, pequeña… y preciosa. Visto lo cual, Canarias entra en la UE como cualquier otro territorio de España, es decir, con libertad por parte de cualquier comunitario para venir, establecerse y quedarse.

Eso quiere decir que si, pongamos por caso, mañana cinco millones de comunitarios quieren venir a vivir aquí, pueden hacerlo. O si quieren comprar una segunda vivienda para venir tres meses y luego ponerla en turismo vacacional, pues también.

Y eso está bien, en el bien entendido de que no se pueden socavar los derechos de los canarios a vivir en su propia tierra, cosa que está comenzando a ocurrir.

Algunos políticos han empezado, a la desesperada, a hablar de poder construir vivienda pública en suelo rústico y cosas así. Pero hablamos de un territorio pequeño donde hay cuatro Parques Nacionales, prácticamente los únicos bosques de laurisilva que quedan en el planeta, un equilibro delicadísimo y un riesgo real de cargarnos lo que nuestros abuelos se partieron el lomo para preservar.

No soy político (está claro), ni aspiro a serlo. Sólo soy un canario más que ha encontrado en su tierra a pequeñas empresas, trabajadores, luchadores por la paz, por la convivencia y, en general, por enseñar al planeta que existe otro camino para hacer las cosas.

Y precisamente por ello quiero que pienses en esto. Te pido pongamos las condiciones para que dentro de treinta, sesenta o cien años, quien venga aquí encuentre esa tierra de paz, de diversión y de solidaridad que hoy es Canarias.

Compártelo si te parece bien.

Y si no, pues que tengas buen día…

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