CONVIENE

En una cena que cada cierto tiempo celebramos algunos amigos de juventud y yo desde hace mil años, uno de ellos, infinitamente sabio, dijo en cierta ocasión que “Francia no ha ganado nunca una guerra, pero sale bien de todas ellas”. Esto lo conecto con el dicho de una amiga abogada que, ante los avatares de su profesión, suele decir que “lo que sucede, conviene”.

Ese espíritu práctico de ver qué ha ocurrido para tomar decisiones a continuación, invocando siempre un bien superior, el de Francia como nación en el primer caso, el de quién acepta los hechos y tira para adelante en el segundo, es algo de lo que adolece nuestra vida pública. Demasiado impostada para mi gusto, y probablemente falta de algún matiz irónico en las situaciones que se generan. La ironía, esa gran herramienta…

El discutido voto del diputado del PP, que mete un gol en propia puerta en el último minuto de descuento a su propio partido y, de paso, a unos cuantos más, vira la tortilla de la convalidación de un decreto que modifica la reforma laboral de Rajoy de 2012.

Hombre, vamos a ver, cuando Rajoy propuso la reforma laboral, la situación era algo diferente.

Por ejemplo, la prima de riesgo había rebasado los 600. Hoy es de 80.

Por ejemplo, el paro registrado en 2012 era de casi 6 millones de personas, el 26% de la población activa. Hoy es de algo más de 3 millones, el 13,1%.

Por ejemplo, el déficit público era de casi el 11%, y hoy es del 4,8%.

Y de paso la gente estaba embajonada no, lo siguiente, que se dice ahora.

Europa estaba por el rescate de España, es decir, a cambio de dinero, teníamos que entrar por la disminución de más de 750.000 funcionarios, por la congelación salarial y eliminación de servicios públicos y por atar de pies y manos a nuestros responsables políticos hasta que ellos dijeran. Tal fue el resultado de la gestión de Zapatero.

Hoy, con la situación que tenemos, al haber pasado todos por una pandemia, nos mandan dinero para que nos reorganicemos.

¿A cambio de qué?

Pues a cambio de que no deroguemos la reforma laboral. Sí, la de Rajoy de 2012.

Un problema para las promesas electorales, que el hechicero Sánchez ha resuelto dejando a Yolanda Díaz agarrada a la brocha tras quitarle escalera del relato. Y de paso mudándose al centro y obviando que tiene un pacto de legislatura con muchos de aquellos que votaron que no y que se encuentran a la izquierda de la izquierda. Y de otros que votan que no porque no van a votar que sí a Sánchez ni bajo tortura.

Pero, para ser estrictos, fue  la reforma laboral de Rajoy de 2012 la que permitido que se baje el paro y el déficit a la mitad, y la que ha llevado la prima de riesgo a prácticamente un 10% de donde estuvo. A cada uno lo suyo.

Lo que se aprobó ayer era un trámite necesario para decir que en materia laboral se hizo algo, pero lo suficientemente suave como para que Europa mande las perras. De paso, Sánchez deja a Yolanda Díaz mirando a todos lados preguntándose qué ha pasado.

¿Que qué ha pasado? Pues que Sánchez lo ha vuelto a hacer.

Aunque el presidente no es santo de mi devoción, personalmente apoyo las modificaciones en material laboral. Entre otras, porque algo que pactan sindicatos y empresarios (empresarios, o sea, representantes de unas 3,5 millones de empresas que crean más del 85% del empleo en España; sindicatos, o sea, representantes de los trabajadores), hay que apoyarlo.

Y porque, bueno fuera, ya no estamos en 2012. No tiene sentido seguir con la legislación laboral que se aprobó para evitar la quiebra del país y un rescate que habría dejado a Europa tocada. Esos tiempos, afortunadamente, pasaron.

Así que tal vez Sánchez no haya ganado la guerra, pero ha salido bien de ella.

Tal vez Yolanda sí ganó la guerra, pero no estoy tan seguro de que haya salido bien de ella.

Y tal vez, como dijo mi amiga, en esta ocasión lo que sucede, conviene.

Algo que se verá cuando analicemos los datos de paro y empleo en un par de años.

 

No Comments

Post a Comment