DISOCIACIÓN

Es fascinante cómo los que mandan son capaces de disociar sus propios actos de sus personas.

La enésima ley para otra reforma educativa, llamada LOMLOE, no incluye en su cuerpo que el castellano sea lengua vehicular en España. Ha sido el coste asumido para que ERC vote a favor de los presupuestos dentro de un par de días. O sea, para que los Presupuestos Generales del Estado sean aprobados, se aprueba una norma que elimina al español como legua vehicular… de España. Sí lo es en Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Costa Rica, Panamá, Honduras, Guatemala, Nicaragua, República Dominicana, Cuba o México, a pesar de que en dichos países coexisten lenguas nativas o criollas en un número que supera los 200. Pero en España no. Semos asín de snobs.

La cosa es que el año que viene habrá que negociar nuevamente otros presupuestos, porque los presupuestos son anuales. No sé qué nuevas condiciones aceptarán a los de ERC, para quienes cualquier meta alcanzada no es más que una meta volante en su camino hacia a la ansiada independencia.

Lo absurdo del asunto es que si algún día la consiguen, dejarán de ser España, país donde el español no será lengua vehicular como consecuencia de la voluntad de los que se fueron, que son minoría, así como de la incapacidad de los que se quedaron para superar reticencias para sentarse con los que son mayoría. Ese será uno de los regalitos que nos dejarán a cambio de que ellos voten a favor del presupuesto esta semana. Hay que ser huevones. Con perdón.

Esto es como el Brexit, pero al revés. Los británicos se marchan de Europa y el inglés sigue siendo el idioma vehicular en la UE. El que habla todo el mundo. El español, idioma materno de 600 millones de personas y aprendido por unos cuantos millones de mayores, a pesar de estar llamado a ser uno de los idiomas base de la UE sólo por eso, ya no se considera vehicular en España.

Por otra parte, el manual del enchufe se impone en la educación, vista la enmienda que ha salido adelante en la antedicha LOMLOE, mediante la cual los inspectores educativos no necesitarán de oposición, sino que serán escogidos de forma discrecional (para los de la LOGSE, discrecional = a dedo. Para los de la LOMLOE, discrecional = lo que a mí me salga de los LOMLOEs…). Sin ninguna prueba previa, los grupos PSOE, UP y ERC acuerdan esta medida, que servirá para meter en el cuerpo inspector a personas serias, bien formadas y de sólidos principios, que seguro que defenderán los intereses generales de este pobre país.

Simultáneamente, dicha ley apunta hacia la eliminación de los centros de educación especial, en una asombrosa interpretación de la integración. En opinión de este discrepante, no veo claro que, por ejemplo, un niño autista se haya de incorporar a una clase que no estará preparada para atender su condición.

Paralelamente, se aprueba una Orden Ministerial bajo el paraguas de un informe de la UE, que en la práctica deja al intérprete de la norma, Gobierno en este caso, la definición del hecho punible, entiéndase por tal la desinformación. O sea, para censurar contenidos en redes y medios de comunicación… desde un órgano gubernamental, y no como hacen nuestros vecinos (Francia, Alemania y tal…) desde un órgano colegiado e independiente que respete representación de todo el parlamento. En dicha materia, tan sensible, la oposición no parece ser relevante.

En otro orden de cosas, llama la atención cómo la norma más protestada por los que hoy gobiernan cuando gobernaban otros era la llamada “ley mordaza”, y ha sido una de las más utilizadas para aplacar a los rebeldes ciudadanos durante la pandemia. Por supuesto de derogarla nada. En todo caso, la amplían. Con un poco de suerte, a este servidor le cerrarán la web por rebotado, y así podré dedicarme a ver series o a plantar petunias.

Por si esto fuera poco, piden (y les concede el parlamento) seis meses de alerta, que en la práctica supone la incomparecencia del presidente en el Congreso, excepción hecha de que en dos meses ha de pasar por allí a alegar un rato, con la excusa de la pandemia. Malas noticias para el control parlamentario de las actuaciones del ejecutivo, que parecen quedar en suspenso en un caso más de limitación de las libertades públicas. “Eso de ir al congreso cada semana es un poco coñazo”, faltó poner en la exposición de motivos.

La coalición de gobierno, flanqueada por sus adláteres es fuerte, más de lo que parecía al principio, porque tiene como pegamento necesario el sometimiento del ciudadano a sus dictados bajo la pátina del progreso. No sé qué opinarán si algún día pierden las elecciones y todos esos nuevos poderes cuasi totalitarios pasan a los otros, a los de la derecha. No sé siquiera si es un escenario que haya sido contemplado.

Mientras, el ciudadano medio busca comida. Y techo. Y ropa. Y servicios médicos. Y trabajo. Y clientes. Y dinero para las nóminas. Y esas cosas tan prosaicas que nos tienen todo el día ocupados y que no nos permiten ver cómo el entorno democrático, uno de los más sólidos del planeta según afirma The Economist en su anualmente actualizado Democracy Index, se va horadando poco a poco hasta que no lo reconozca ni la madre que lo parió, en expresión de un conocido socialdemócrata hoy denostado por lo suyos.

Hoy vemos como los antifascistas protestan por ejemplo contra la policía (hemos tenido y tenemos un caso cercano en la ULL), sin darse cuenta que los que dirigen a la policía hoy son aquellos a los que muchos de ellos han votado.

De este modo, concluyo tras la perorata que es admirable, todo un arte, diría yo, disociar los actos propios de quien los comete, algo que está ocurriendo día a día mediante un proceso de atontamiento generalizado que indica que nuestra capacidad de pensar, de hablar, de actuar, se fue junto con la libertad perdida por culpa de la pandemia.

Pero no pasa nada. Ya lo decía la canción hace un par de décadas:

Tranquilo, majete, en tu sillón.

 

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