EL COMBATE

Es notable cómo se parecen Ayuso y Sánchez. No hablo de sus ideas políticas, que hablar de eso es una vulgaridad. Hablo de la percepción general que acerca de ellos tenían sus oponentes, y que a la postre se ha desvelado como totalmente fuera de la realidad. El presidente del Gobierno de España, luego de ser denostado por su propio partido, tuvo que asistir a la moción de censura que destronó a Rajoy sin ser siquiera diputado. Hoy gobierna el país y hasta consigue que se aprueben presupuestos. De Ayuso se ha dicho que está como una jaira, y nos asombramos cuando toma decisiones que cogen con el pie cambiado a propios y extraños. El gran Reverte afirma que Sánchez es de las pocas personas interesantes en el panorama político español. Creo que siempre ha tenido debilidad por los malotes. De Ayuso hemos leído y oído que es la que llevaba las redes sociales del perro de Aguirre, en un intento burdo de descalificarla. Algo que no parece haber hecho mella en ella. Lejos al contrario, hoy se erige como una de las pocas personas… interesantes, copio a Reverte, en el panorama político nacional.

No dejo de sorprenderme. Con todos los problemas que atesoramos y que se enquistan cada día un poco más, asistimos a un mano a mano por dos personajes que no dejan a nadie indiferente.

Esa es, precisamente, la grandeza de nuestro país. No importa lo jodidos que estemos, que siempre se cumple el dicho: de cualquier mata salta una liebre.

Sánchez ha organizado las cosas para que se barra del mapa a cualquier partido que pueda hacer sombra al PSOE. Ha fagocitado a Podemos y me temo que a Ciudadanos también. Ayuso ha recogido el guante y se ha plantado frente al público, a la prensa, a la corrupción, al desánimo, al desconcierto y a las diversas debacles electorales, dejando claro que no tiene miedo a nada.

El combate está servido. En las gradas, 46 millones de compatriotas miran de reojo mientras luchan por no venirse abajo ante el nutrido muestrario de calamidades.

Yo también.

Pero en el proceso creo que voy a preparar un cartucho de cotufas, abriré una cervecita y me sentaré en primera fila. Luego contaré aquí mis percepciones para quien quiera leerlas.

Comienza el espectáculo.

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