EL DEBATE

Se comienza por comparar la marcha de una adolescente a estudiar con la situación de su abuelo y se termina en lo de siempre: en ver quién paga los estudios de la futura reina. Pues los pago yo; no, yo más; no yo; idiota; idiota tú; pues ahora no respiro; pues ahora yo no como; pues yo… Yo sintiéndome fatal, porque resulta que estudié fuera. Fíjate tú.

¿Habrá estudiado fuera alguien más?

Pues todos los Erasmus, por ejemplo. Eso, que yo sepa, es con dinero público también. O, lo que es lo mismo, dinero suyo, suyo y de este señor. Y mío también. Porque el dinero público, lejos de lo que afirmó la viceministra, que dijo que no es de nadie, es lo contrario. Es de todos.

Entonces, ¿por qué la futura reina no puede ir a estudiar fuera? Se marcha de España como haría cualquier Erasmus de cualquier país europeo. 14.700 millones de euros al año para 4 millones de estudiantes. Es pasta, ¿eh?

Claro que los Erasmus se pagan con fondos europeos, pero… ¿quién paga los fondos europeos? Pues los países de la UE, de los cuáles España es contribuyente neto desde que entraron todos los países del este. Así que sí, lo paga usted, usted y este señor. Y yo también.

Más allá de la cuestión financiera (que parece preocupar tanto a tantos cuando es para la educación de la futura reina y absolutamente nada cuando es para convertir una Secretaría General en un Ministerio, o para contratar a 2.500 millones de asesores que ganan más que usted, usted y este señor… y que yo), paso a la cuestión que más me fascina.

Esta polémica, ¿a qué viene? No somos tan pueriles, o al menos quiero pensar que no lo somos. ¿O nos hemos vuelto unos tarambana? La televisión pública ha sacado un cartel impropio de un ente de esa categoría. Televisión que, por cierto, paga usted, usted y este señor. Y yo también.

Nos cuentan ahora que los responsables han sido relevados en sus funciones (o sea, que los habrán puesto en otras funciones), y también nos cuentan que en realidad ha sido porque el Rey ha llamado para exigir represalias.

–Ring

–Diga.

–¿Es la tele?

–¿Quién habla?

–Felipe.

–¿González?

–No hombre, no. El Rey.

–¿Oh? ¿Qué pasó, Rey? ¿Qué se lofrese?

–Pos que a la muchacha la dejen tranquila y que miren a ver a qué gente tienen haciendo carteles. Hombre ya.

–Fale. ¡Fulano, despedío! Yastá, Rey.

Click.

–¿Qué ta disho? –pregunta la reina.

–Me sa cuadrao. Pos bueno soy yo…

La realidad que nos presentan, más propia de Makinavaja que de un país serio como este en el que vivimos, con un Jefe de Estado extraordinario, la intentan reconducir al estilo de Pepe Gotera y Otilio. Y nosotros, que a veces parecemos Rompetechos, no vemos lo que tenemos delante, y hacemos caso a los Carpanta de los votos que se pasan el año en campaña electoral a base de fomentar discusiones.

Y todo esto es mu cansao, quillo. Mu cansao…

En el fondo del lienzo de este cuadro tan edificante se encuentra el modelo de Estado. Ya el vice dijo antes de Navidad que la Navidad es estupenda, porque la familia puede reunirse en torno a una mesa para discutir de las cosas realmente importantes, como si queremos una Monarquía o una República. Claro. Uno en Navidad no está pendiente de que no se queme el asado o de que haya vino que trasegar, sino del modelo de Estado.

Lo que no entiendo, se los digo de verdad, es por qué no lo cambian. Siendo demócratas, es fácil. Los del gobierno son todos republicanos. Sus apoyos, también. Esquerra Republicana, Bildu… Si quieren someter a la voluntad popular lo que han denominado “régimen del 78”, estando en el Gobierno y siendo republicanos, ya podrían hacer lo que hay que hacer para revisar el modelo de Estado.

En lugar de incendiar con debates frentistas, elabórese un borrador de Constitución que represente a la mayoría, y que establezca que somos República.

Llévese al Parlamento.

Vótese.

Si obtiene más de los dos tercios, disuélvanse las cortes.

Convóquense Elecciones Generales.

Nuevo Parlamento.

Vótese nuevamente el mismo texto.

Si obtiene más de dos tercios, referéndum.

Votemos todos.

Cuéntense los votos.

Si la mayoría dice que sí, somos República.

Si la mayoría dice que no…

Otia.

A ver qué hacemos ahora.

Es que claro, cambiar el modelo de Estado precisa de consenso. También las Leyes Orgánicas, la renovación del Consejo General del Poder Judicial y esas cosas. Digo yo que no se puede cambiar el modelo de Estado comiendo manises con el codo sobre la barra de un bar.

Tiene razón el vice. Es posible que en España haya una anomalía democrática. Pero no porque esté de acuerdo con un dirigente ruso en relación con que Puigdemont esté huido de la justicia y Junqueras en la cárcel, sino porque tal vez debería tenerse en cuenta la voluntad mayoritaria del pueblo a través del voto en este asunto del modelo de Estado. Como en su día se hizo, con casi el 90% de votos a favor del esquema actual. En Cataluña el 93%. Es mucha peña.

Pero él forma parte del Gobierno. ¿Sería capaz de elaborar hoy un texto alternativo que modifique el modelo de Estado con semejante consenso? ¿Siquiera parecido?

Francamente, lo dudo. Por eso se opta por fomentar discusiones vacuas como la expuesta.

Discusiones que paga usted, usted y este señor.

Y yo también.

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