EN EL ÚLTIMO TRAGO…

No en pocas ocasiones, el inefable George Steiner se definía a sí mismo como “ateo por la gracia de Dios”. El último humanista, como muchas veces ha sido denominado por más de uno, jugaba así con lo trascendental y con lo cotidiano, situándose en el medio, en ese Sábado Santo que no es ni el triunfo del verdugo y fracaso de la humanidad que es el Viernes Santo, ni tampoco en el Domingo de Resurrección, que es el día de la esperanza y de la liberación de todas las servidumbres. Él se sitúa en la espera, y con él, a todos nosotros.

George Steiner, judío nacido en Francia en 1929, y que vivió en primera persona los horrores de la guerra, era políglota. Hablaba alemán, francés, inglés, italiano, griego y latín. Cuando recibió el premio Príncipe de Asturias, allá por 2001, le preguntaron por qué no hablaba español, y dijo algo así como ¿para qué?

Toda su vida, su filosofía, la ciencia de la que bebía, su formación, no precisaba del español, pues este había pasado ser un lenguaje secundario, irrelevante en el curso de los acontecimientos que hacen que el mundo siguiera palante.

Hoy, vemos a Fernando Alonso reivindicar su lengua, en su triple condición de campeón en la Fórmula 1, español y, por si fuera poco, asturiano. Y como todo el mundo sabe, Asturias es España, y lo demás es territorio conquistado.

Hoy, el número 1 en tenis con veinte años recién cumplidos habla con acento murciano, sustituyendo a un balear. El número 1 en golf, con acento vasco. Un catalán como Gasol vio retirar su camiseta en lo más alto del pabellón de Los Angeles Lakers, y no pierde detalle de cómo otro español, como Santi Aldama, sigue sus pasos. Al Madrid casi no le caben trofeos ganados en sus vitrinas, y si el 17 de mayo es eliminado de la Champions, lo será por un equipo entrenado por otro español… a su pesar, como es Pep Guardiola.

No son pocos los escritores, científicos, deportistas, cocineros o empresarios que reclaman su sitio en un planeta que tiene diversas formas de ver las cosas. Nosotros tenemos la nuestra, y no es necesariamente peor que las demás. Lejos de ello, se muestra a las claras que con frecuencia está a la altura. El trofeo que se agenció Alcaraz ayer en Madrid brilló con luz propia en el acto de entrega de premios, del mismo modo que lo hizo pamela de Letizia Ortiz en la ceremonia de coronación de Carlos III en Londres casi a la vez.

Tal vez no sean cosas importantes, pero esta vida trata de disfrutar tragos en compañía, en momentos que intentamos trasciendan por encima de los oropeles y las fanfarrias.

Oropeles y fanfarrias.

Así que…tómate esta botella conmigo,

y en el último trago… nos vamos

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