ESQUEMA de un país… (II): LA RIQUEZA

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza…

Pedro Calderón de la Barca

Me contaba mi compadre la anécdota del multimillonario que en su lecho de muerte hablaba con su nieto. Sin contar quiénes son los actores, ya que la historia es real, lo cierto es que el nieto se sincera con el abuelo:

–Abuelo –le dijo–, ni te imaginas lo bien que me lo paso gastando tu fortuna.
–Ni la mitad que yo construyéndola –le contestó el abuelo.

Tal vez lo anterior sea algo difícil de entender, porque la inmensa mayoría de la humanidad genera para vivir, y no vive para generar. Pero el proceso de generación de la riqueza es así, y no es precisamente de avaricia de lo que hablamos.
Porque, vamos a ver: ¿cuánto necesita realmente una persona para vivir? Seguramente, si el tan traído y llevado Amancio Ortega se hubiese hecho esa pregunta en su día, hubiese dejado de crear riqueza hace veinticinco años. O treinta, cuando tenía España inundada con sus tiendas y ya era rico.
Pero la riqueza no se mide así. Tampoco la creación de la riqueza. Una persona genera riqueza para vivir el resto de sus días y sigue creando riqueza porque le gusta, o porque es lo que sabe hacer. O por las dos cosas. Como el abuelo del cuento.
En la película Mozart, en un momento determinado de discusión con Salieri, este le interpela: “señor, yo puedo ser una persona vulgar. Pero mi música no lo es”. “Cualquiera puede cocinar”, que decían en Ratatuille.
De tal modo, una persona puede nacer con un talento específico. Para la música, para la pintura, para hacer reír, para las matemáticas, para el teatro, para el deporte… o para la riqueza.
En efecto, hay gente que nace con una habilidad especial para crear donde no hay nada, para convertir en dinero cosas que a lo mejor están delante de todos, pero que ninguno de nosotros alcanzamos a ver.
Y es posible que esas personas nos caigan mal. Porque sean unos pijos insoportables que hablan de forma afectada y nos dan ganas de darles una colleja. Porque sean unos belillos que apenas saben hablar y no les hacemos caso a nada de lo que dicen. Porque sean más listos, más inteligentes, más brillantes, más rápidos, más audaces… y nos jode.
En realidad, esas personas son tesoros nacionales. Y con los tesoros nacionales hay que hacer dos cosas:
–Protegerlos.
–Mostrarlos al mundo con orgullo.
Pues eso es lo que tenemos que hacer con los fabricantes de riqueza. Localizarlos, apoyarlos, protegerlos y darles la visibilidad que merecen.
Son los que van a crear actividad, puestos de trabajo, movimiento, valor. Por la cara, sin que nadie se los pida, sin necesidad de hacerlo.
Para que se hagan una idea, el 95% de las empresas de España tiene menos de 10 trabajadores. O sea, que si ven a una persona que ha creado de la nada diez o más puestos de trabajo, esa persona está en el top 5% de las empresas de España. Esa persona necesita que la arropemos, la apoyemos y que nos mostremos orgullosos de ella. Como hacemos con un goleador que nace en Canarias y acaba metiendo goles por todo el mundo, o con un pintor que sorprende a propios y extraños, o con una soprano que ídem.
Crear riqueza es también un arte.
¿Cuál es el problema?
Que esa persona seguramente habrá estudiado en el pupitre de al lado, se habrá criado en nuestro barrio, conoceremos sus puntos débiles, sus incoherencias, sus inseguridades. Y no soportaremos la consecuencia inmediata de su capacidad: va a ser rico, algo que el país de la envidia no soporta.
Es posible que el nieto tenga la misma capacidad del abuelo. O parecida. Pero si mira a su alrededor y observa la burocracia, las trabas, el rechazo social, la envidia, el discurso populista de los ricos y los pobres… lo normal es que decida fundirse la fortuna del abuelo. Socialmente está mucho mejor visto. La gente dirá: “¿El nota?, agüíta, tiene esto, tiene aquello, el cabrón vive como quiere…”. Y lo dejaremos en paz. Y lo que va a ocurrir es que, cuando muere esa fortuna y esa capacidad de que crezca, morirá una empresa.
Y este país perderá uno de sus tesoros.
Es como para darle una vuelta, ¿no?
#quedateencasa

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