FASES Y DESFASES

Una obra pública consta de las siguientes fases:

–Colocación de la primera piedra: Llegan un par de coches oficiales azul oscuro, se bajan unos individuos de traje y corbata, agarran una pala brillante recién salida de la ferretería, cogen un poquito de tierra y le echan en un agujero con cuidado de no mancharse los zapatos. Luego se sacan una foto ante la prensa sonrientes por el deber cumplido.

–Se inicia un periodo incierto, en que una legión de especialistas se afanan en comprobar si la contrata cumple con el código técnico de la construcción, o como se llame eso, con la prevención de riesgos laborales, con la normativa de la Seguridad Social, con la Ley de Protección de Datos, con la normativa medioambiental, con los Diez Mandamientos y con el “dress code” de la obra contemporánea.

–Finalmente, unos meses más tarde de lo previsto, llegan de nuevo los coches azul oscuro y los hombres de traje cortan una cinta con una tijera brillante, también recién salida de la ferretería, se sacan una foto ante la prensa y marchan agotados, a pasar un fin de semana a un hotel de lujo en el sur porque el estrés ha sido insoportable.

Aplicación de lo anterior al COVID.

–Se declara el Estado de Emergencia y las competencias se centralizan. Todo el mundo a casa. No hay mascarillas, ni gel, ni información, ni ná. La culpa de todo es de Bruselas, por supuesto.

–Dicen que “tó está controlao” y dejan salir a la gente a la calle. Se endosa la responsabilidad a las Comunidades Autónomas, que tendrán que lidiar con los problemas sanitarios, laborales, tributarios y jurídicos. Si algo sale mal, la culpa es de las Comunidades, que no tienen fundamento.

–La esperanza de la vacuna española reside en un par de científicos que están cerca de los 80 años, y que se las ingenian para crear un producto cinco estrellas con becarios, en el garaje de algún ministerio comiendo bocatas de mortadela y sevenap en botellas de a litro.

–Otros países que sí han metido pasta desarrollan las vacunas a toda leche. Esas son las  que finalmente nos llegan, pero no nos dejan escoger la que queremos. El Gobierno Central, a modo de central de compras, las envía a las Comunidades Autónomas, que las aplican y el contagio baja. Por ese entonces ya todo el mundo está arruinado. La culpa vuelve a ser de las Comunidades, claro.

–Cuando la pandemia está a punto de ser controlada, el Gobierno Central vuelve a retomar las competencias e impone severas restricciones, superiores a las del Estado de Emergencia, y espera a que las Comunidades terminen de pinchar a todo el mundo.

–Consecuencia de lo anterior, el contagio baja, la pandemia se controla y los de los coches azul oscuro se sacan una foto ante la prensa con la estadística correspondiente. Luego marchan a algún hotel de lujo a descansar porque están agotados.

No sé qué haríamos sin ellos.

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