HISTORIAS DE LA PUTA MILI… pero de verdad

Un amigo me ha recordado últimamente lo vivido en una lejana época, allá por 1989. Concretamente en el 2º reemplazo, el de marzo. Me tocó la mili en Los Rodeos. Salí de la carrera pensando que era alguien por tener un título y unos días más tarde estaba pelado al rape, con un mono verde y una gorra junto a otros quinientos hombres formado en un patio. Lo más parecido al anonimato y la despersonalización que he experimentado en mi vida. Yo no entendía nada. A veces, pasábamos el día pegando barrigazos cargando con un fusil que pesaba 5 kilos, el muy cabr…, y que teníamos que llevar a todas partes. A veces pasábamos la mañana recogiendo hojitas de suelo del patio como imbéciles. Cuando estábamos terminando, llegaba una racha de viento y se llenaba otra vez. La madre que… La ducha era de agua caliente, pero nos secábamos al raso. En Los Rodeos en marzo. En pelota viva a la intemperie dale que te pego a la toalla para coger resuello. Gripazos cayeron varios, ya te digo. A las seis y media diana, y teníamos que estar vestidos, con la cama hecha y formados en el exterior en cuatro minutos. El que llegara tarde que se preparara. Hoy tardo lo mismo en ponerme los calcetines. A veces había conflicto, y se solucionaba a trompada limpia. Normalmente con veteranos. En una ocasión, el problema fue con un sargento. El soldado en cuestión y el sargento se metieron en el cuarto de baño una vez tocada retreta y con todos en el catre. Se fajaron a la trompada y al día siguiente estaban los dos hinchados como globos en la formación. Nadie preguntó nada. Era un asunto entre ellos. Una cosa curiosa era que quien que nos solía dar las órdenes malamente sabía hablar. No sé si leer. Era un cabo de reemplazo más tornillo que mandado a encargar. De vez en cuando venía un sargento, o pasaba por allí un teniente y llamaba inútil a alguien. El primer día de la instrucción de tiro, escuché una de las frases más inteligentes que he escuchado en mi vida: las armas las carga el diablo, pero las dispara un gilipollas. Vale para todo en la vida, si no, párense a pensar. Más tarde, durante las maniobras, tras varios días de mierda, polvo y sudor, volvíamos del monte… con más mierda, polvo y sudor y vemos al teniente en el campamento pegándose una ducha sobre un pedazo de chapa, con dos soldados echándole agua por encima. Nos quedamos todos mirando como pazguatos, sudando a chorros en ese sur con un sol de justicia sobre el tormo. Su frase fue también ilustrativa. “Buscaros la vida que estáis en la mili, mamones”. Todos lo entendimos. Y entendimos que es aplicable a la vida en general. Buscarse uno la vida. Allí aprendí que es mejor estar ocupado que desocupado. Haciendo lo que sea. Que estar desocupado siempre terminaba en conflictos y peleas. Y que uno no está hecho para no hacer nada.

No me malinterpreten: hacer la mili es un puto coñazo. Pero con la perspectiva que da el tiempo, observas que a pesar de que el mundo dice que allí no se aprendía nada, tal vez eso no sea del todo cierto. Y a lo mejor es casualidad, pero al menos yo aprendí las mismas tres lecciones que describía Hermann Hesse en la obra Siddhartha: a esperar, a pensar… y a ayunar, entiéndase este último no estrictamente en el sentido gastronómico.

No sé si Hermann Hesse hizo la mili, pero sí que sé ese aprendizaje me ha resultado bastante útil en la vida.

Y sé que inmersos en una pandemia que amenaza esta forma de vida como la que estamos, también es útil.

Es bueno saber ayunar. Y pensar. Y esperar.

1 Comment
  • WoWo

    mayo 28, 2020 at 8:36 am Responder

    De lo mejorcito que he leído sobre lo que no atañe estos días.

    Enhorabuena y gracias por el consejo, que buena falta me hacía, ahora cuando la prisa por retornar a aquello que se me antojaba normal y que quizás no lo sea tanto, se estaba apoderando de mí,

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