IMAGINA

Pongamos un ejemplo absurdo, que es como se entienden mejor las cosas.

Imagina, pongamos por caso, que desde las altas instancias se desea fomentar la natalidad. Imagina que se establecen ayudas para los progenitores, ayudas en forma de pasta, claro también. Además de la Seguridad Social, los progenitores de bebés recién nacidos y hasta… tres años por ejemplo, podrán escoger especialista libremente, y recibirán un cheque todos los meses a tal fin. Una iniciativa que podría ser interesante, vista la escasa natalidad que tenemos.

Imagina ahora a los médicos, que han tenido que estudiar diez años, pasar un MIR, una rotatorio, guardias y todas esas perrerías que hacemos a los médicos. Finalmente el facultativo sortea todos los obstáculos, ahorra, compra un piso, lo amuebla, contrata a alguien para que lo asista, mete informática, revistas y hasta una tele, para que la gente que espera no se aburra.

Todo estupendo.

Pues bien, imagina ahora que esas altas instancias de que hablaba deciden que la ayuda a los nuevos progenitores no va a llegar en forma de cheque para que decidan a qué especialista llevar al bebé. Porque no tienen pasta. Pero como quieren fomentar la natalidad sí o sí, optan por una solución genial: obligan a los facultativos a poner precios tasados por consulta. Por ejemplo, 10 euros.

El médico, que además de llevar media vida estudiando ha pagado su consulta a precio de mercado, que paga a su asistente a precio de mercado y que ha comprado los ordenadores y los programas informáticos de diagnosis a precio de mercado, de repente se ve obligado a cobrar por sus servicios no lo que la competencia en general, o su competencia en particular, establezca, sino lo que dicen esas altas instancias.

El médico dirá: pero oiga, es mi consulta, la he pagado yo, no voy a cobrar lo que usted me diga. Y entonces lo llaman avaro, o insolidario, o cualquiera de esas cosas.

Bien, pues eso es lo quieren que suceda con el mercado de la vivienda. Como no tienen pasta para viviendas sociales (no tienen pasta para nada), utilizan los ingresos de los que están en el negocio para así lograr bajar los alquileres de forma artificial. Pagando la rebaja los dueños de las viviendas, claro. Esos que han comprado los solares a precio de mercado, pagado a los arquitectos, aparejadores, ingenieros, jefes de obra, materiales, ejecución de obra e, incluso, las cesiones al patrimonio público de porcentajes de solares en forma de calles, parques, alumbrado, aceras y demás… todo a precio de mercado.

Pero los ingresos no serán a precio de mercado. Los ingresos los pongo yo, que para eso tienes más de diez pisos.

Claro, uno puede pensar, bueno, si tienes  diez pisos, algo malo habrás hecho, porque eso no es normal. Porque una persona que gana un sueldo medio normalmente lo tiene difícil para pagar un piso en forma de inversión. No digamos diez…

Por tanto, parece que esto realmente va contra los fondos de inversión, esos entes malos malísimos que ganan mucho dinero y son lo peor, y tal.

Lo que no piensa nadie es que un fondo de inversión es un montón de gente que pone dinero en un fondo común, para que este luego haga inversiones.

Imagina que tienes, no sé, diez mil euros. Con ese dinero no puedes comprar un piso. No entiendes de acciones y cosas de esas que cambian tanto, así que decides invertir en un fondo de inversión inmobiliario, es decir, un fondo de inversión que invierte en pisos de alquiler. Ese dinero que ese ahorrador pone, mucho menos de lo que vale un piso, se suma a lo que pone el otro, y el otro, y quinientos más. Juntan un par de millones, compran un solar y hacen treinta viviendas. A precio de mercado. Se paga la inversión, los gastos, el mantenimiento y todas esas cosas y habrá un beneficio, que será un 4%, un 5% anual. Mucho más que poner el dinero en un plazo fijo, que paga el 0,25%, con suerte.

Hasta hoy.

Hoy, ese fondo de inversión, que está domiciliado en vaya usted a saber dónde, analiza nuestra normativa, tan sensible socialmente, tan pensada para los que menos tienen… y llevan su dinero a otro país donde la cosa no esté intervenida. Los pisos nuevos no se construyen, la oferta de pisos, consecuentemente, baja, la demanda sigue subiendo y cuando la oferta es baja y la demanda sube… ¿qué pasa?

Ha pasado en Barcelona. Y en Berlín. Pero estos no aprenden.

Mejor tomen nota de lo que ha hecho el gobierno austriaco en Viena. Tal vez de ese modo puedan ver una luz al final del túnel.

Pero claro, para eso hace falta pasta. Pasta del gobierno.

Y con unos presupuestos deficitarios en 100.000 millones de euros, no sé. Como que no lo veo.

Bueno, hasta aquí los problemas.

¿Las soluciones?

Este economista sólo ve una:

Olvídense de la demanda, e incentiven para que haya más oferta. Y los precios bajarán solos.

Lo explican en primero de económicas.

 

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