LA HISTORIADA HISTORIA

Estoy convencido de que el siglo XIX fue una anomalía histórica para España. O, tal vez sea mejor afirmar, fue un descalabro monumental, poco acorde a la trayectoria de un país que nació… que nació.

No hay criterios unánimes de cuándo fue eso. Algunos dicen que a finales del siglo XV, cuando termina la anexión del reino de Granada a los territorios que Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón habían unido en santo matrimonio. Otros afirman que realmente comienza en 1496, año en que se culmina la conquista de Canarias, último territorio conquistado que aún hoy pertenece a España. Algunos historiadores afirman que España realmente se reafirma como país tras la expansión americana. Que realmente fue dicha expansión la que dio el acicate a un país que estaba formado por jirones de territorios que antes habían sido griegos, fenicios, romanos, godos o árabes, entre otros. Pero que fue el crecimiento de la España americana la que permitió que nos sacáramos el DNI de la identidad nacional, replicada en América en forma de ciudades (por eso La Laguna es Patrimonio de la Humanidad, porque fue la primera ciudad castellana no amurallada y replicada en América), puertos, carreteras, universidades, idioma y comercio como jamás hubiesen soñado los que durante ocho siglos lucharon contra los musulmanes para recuperar un territorio que un día fue cristiano. Una profesora de historia medieval me ha dicho que, en realidad, la reconquista no fue tal. Que realmente fue una conquista, pues los venidos del norte de África ocuparon un territorio prácticamente despoblado para asentarse, implantar su cultura, sus costumbres, su política, sus alimentos y su idioma. Fue eso, precisamente, lo que tuvo que ser conquistado penosamente siglo tras siglo, tras no pocas guerras, escarceos, periodos de convivencia en paz, proyectos conjuntos de cultura y civilización y, finalmente, guerra abierta para lograr la expulsión y para implantar una forma totalmente diferente de ver la vida.

No sé cuál es la interpretación correcta, pero sí sé que el conocer todo esto nos puede dar una clave de varias cuestiones que hoy están olvidadas. Por ejemplo, nuestra identidad, tan desdibujada hoy. Por ejemplo, nuestro pasado árabe. Nuestra asimilación de muchas palabras, que hoy pueblan el diccionario. Nuestras costumbres, nuestra cultura y nuestra comida, tan diferentes de las del resto de Europa. Nuestra mezcla de influencias, y nuestra propia influencia en territorios foráneos, donde incluso hubo dos emperadores romanos nacidos en la península ibérica, Trajano y Adriano que no fueron precisamente dos personajes menores en la Historia de Roma.

Hoy, el español es la segunda lengua del planeta. La hablan millones de personas, la estudian otro montón de millones. Y no es siquiera una de las lenguas vehiculares en la Unión Europea. Curioso, y un síntoma más de nuestra irrelevancia internacional. Pero más curioso es que haya territorios en España donde se discute si debe serlo.

La historia de muchos países se ha formado por oposición a la de España. Somos el malo necesario en tantos y tantos imaginarios nacionales foráneos. Y si no miren lo ocurrido en Italia, que iniciaron la Leyenda Negra con eventos tan manipulados como el saqueo de Roma. O lo ocurrido en Holanda, con la historia formada por Guillermo de Orange a la medida de sus necesidades. O lo ocurrido en territorio germánico, con el fiel Lutero estableciendo criterios por oposición a España al servicio de grandes y poderosos señores con intereses inconfesables. Qué decir de Inglaterra, y de su tenaz discurso contra Felipe II y la manipulación del concepto Armada.

Suena antiguo, ¿no?

Es que es Historia, con mayúsculas.

¿Sería Europa hoy lo que es si no nos hubiésemos batido el cobre en Lepanto? ¿Si no hubiésemos ido a cada tanto a darnos de hostias con los otomanos cuando nos llamaban los italianos?

¿Sería lo que es hoy, si tres reyes castellanos no se hubiesen conjurado en las Navas de Tolosa? Fue allí, precisamente, cuando en 1212 cambió la historia de España, y con ella la de Europa, cuando estos tres reyes echaron el resto para derrotar al invencible Miramamolín, término castellanizado de Amir Ul-Muslimin, o Príncipe de los Creyentes, cabeza visible de los Almohades que surgieron en Marrakech. Si tal no hubiese tenido lugar, ¿cuál sería hoy la realidad? ¿Sería España hoy ese territorio que se dibuja como la solución para la energía que falta en Europa, como vehículo conductor hasta más allá de los Pirineos? ¿O sería otra cosa?

Son preguntas sin respuesta, claro está, porque usted puede opinar lo que le parezca más conveniente. Pero son preguntas imposibles de formular si usted no conoce su propia Historia.

Hoy, los responsables de la formación de nuestros estudiantes deciden que la Historia de España nace en 1812, con la Constitución de Cádiz.

En 1812, España estaba ocupada por los franceses, había venido Wellesley para ayudarnos (luego lo llamaron Wellington, y los reyes españoles lo nombraron grande de España y todo, tócate los…, pero en realidad no querían una Francia que los bloqueara por mar). En Cádiz, por esa época, había regentes nacidos en la América española. Sí señor/señora, había 35 diputados en las cortes de Cádiz provenientes de la América Española, de Puerto Rico, Nueva España, Santa Fe, Cuba, Perú, Chile, Buenos Aires, Guatemala, Santo Domingo y Montevideo, y no faltaba entre ellos algún que otro regente, nada más y nada menos.

¿Explicarán esto? Porque… ¿cómo se explica lo anterior si no cuentas que España en esa época era un territorio de 20 millones de kilómetros cuadrados, concentrados en Cádiz por culpa de la invasión napoleónica? ¿Cómo es eso de que sólo hace dos siglos España ocupaba todo ese territorio? ¿Por qué los territorios americanos aprovecharon la debilidad de España para independizarse? ¿Por qué San Martín pasó de ser un soldado español que luchaba codo con codo con los ingleses para emigrar a Londres y luego a Buenos Aires a iniciar la independencia de esos territorios? ¿A nadie se le ha ocurrido pensar en qué hubiese pasado si los territorios americanos, en lugar de aprovechar la debilidad de España para independizarse hubieran venido a Europa a echar a los franceses y a recuperar el prestigio perdido? ¿Hubiese sido algo bueno para América? ¿O es mejor el modo en que América está hoy?

Siguen siendo preguntas sin respuesta, que uno se puede hacer, pero que dudo que un estudiante que comienza a estudiar nuestra historia en 1812, año en que se inicia el declive español (bueno, unos dicen que empezó en Wesfalia, otros que en Trafalgar en 1805, pero permítame usted la licencia) se pueda hacer si no conoce los antecedentes.

Si no conoce su propia Historia.

Creo que el error de planteamiento en la nueva Historia que se enseñará a nuestros jóvenes es un error garrafal.

Porque, para explicar Historia, lo primero que hacen es evitar explicar eso. Nuestra Historia, que no es cualquier Historia.

No se puede explicar Historia sin explicar la Historia. Eso ya lo hicieron los Borbones cuando llegó Felipe V. Borraron del mapa la Historia de los Trastámara y de los Austrias. En consecuencia, no sabemos quiénes somos, ni de dónde venimos.

Y así nos va.

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