LOS CANGREJOS

Acallándose por fin los espasmos de la interminable campaña electoral, y una vez los españoles han hablado (por fin), tal vez sea el momento de ver dónde estamos y por qué. Porque lo cierto es que votamos a unas personas determinadas en el convencimiento de que van a hacer lo mejor para todos, pero tal vez esta consideración sea errónea. Por lo que he podido ver, el voto del miedo se ha impuesto sobre toda apreciación, y ha propiciado que muchas, muchas personas, voten con un único interés: que no entre VOX en el gobierno y, de paso, que no gobierne el PP. O bien, que no entre Sánchez en el gobierno.

Vale.

La situación así generada es de bloqueo, salvable mediante Dios sabe qué eventual acuerdo con unos hooligans políticos como son Junts. A saber.

En realidad, lo que se está ventilando aquí es un modelo de país. De un lado, los que quieren una España unida, fuerte y todo eso. Del otro, los que no quieren que gobiernen los que quieren una España fuerte, unida y todo eso.

Es decir… no es que estos últimos no quieran una España fuerte, unida y todo eso. Si llega, bienvenida. Pero una vez más observamos cómo nuestra eterna lucha interna, que tiene sus motivos históricos cuyo detalle no es momento ni lugar para exponer, se interpone entre España y el mundo, con todos los desafíos que este nos lanza diariamente, y que nosotros aparcamos para dar por saco al de enfrente por facha. O por rojo.

Porque esa es la única realidad de nuestro país. ¿Estás en contra del nivel de deuda? Eres facha. ¿Estás en contra de… no sé, Amancio Ortega, o la Botín? Eres rojo.

Y punto.

Esto me recuerda un chiste.

Un tipo vendía cangrejos en el mercado. En una caja estaban los cangrejos moviéndose de allá pacá, y en la otra había una tapa y no se veía lo que había dentro.

–¿Por qué tienes una tapa en esos cangrejos?

–Son de fuera.

–¿Y qué?

–Pues quito la tapa, se montan unos encima de otros y se escapan.

–¿Y por qué tienes a estos cangrejos sin tapa?

–Ah, esos no tienen problema. Son españoles.

–¿Y?

–Pues… está claro. En cuanto a uno se le ocurre trepar para escapar de la caja, los otros lo agarran de las patas y lo meten padentro otra vez. No hay problema, estos no salen de ahí.

Pues eso.

No salimos de ahí.

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