ME ESTABAN PEINANDO (Episodio I)

Fue, más o menos, lo que alegó Casado como evasiva para indicar que el asunto del comisario, el chófer, el tesorero y el pendrive son cosas muy muy feas, pero a él que lo registren, porque él no andaba por allí. Que en 2013 estaba en segundo de BUP, o argo.

Es decir, el ínclito ex tertuliano asume el cargo para dirigir al segundo partido del arco parlamentario español, pero no su pasado. Extraño modo de presentarse como un hombre de Estado, dispuesto a depurar responsabilidades, reconocerlas, encararlas con honradez y valentía y, ya para nota, erradicar conductas inapropiadas. Ha hecho gala de la principal característica… tal vez sería mejor decir principal problema, de que adolece nuestro parlamento: absoluta falta de grandeza. Escapista respuesta a un problema potencialmente serio de un partido que aspira a poner su candidato como gobernante principal de la trece potencia económica mundial. Que es lo que somos.

En realidad, la postura ante un eventual caso de corrupción (este aún no lo es, pero puede llegar a serlo) debería ser la misma que la del entrenador del equipo al que pitan un penalti en el minuto noventa: “no opino de la labor de los árbitros”. El árbitro, en este caso la justicia, tiene su propia agenda, las leyes como norte y las pruebas sustantivas como herramienta para llevar a cabo su trabajo. Si alguien, quien sea, incumple las leyes, que apechugue como corresponde. Y si efectivamente hay un caso de corrupción en su partido, debe asumirlo como el líder que se presume que es, además de pedir perdón a los contribuyentes. Eso es grandeza, lejos de lo que seguramente opina quien le asesora.

Es lo que el votante busca, como quien busca un oasis en medio del desierto.

Dicen en mi pueblo que al pájaro se le conoce por la cagada.

Pero qué sabrá la gente de pueblo…

 

 

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