MEJOR NO QUEJARNOS

Cada septiembre, cada octubre, vuelve la actividad habitual del ciudadano a tomar forma. De vuelta de vacaciones, los coles, curros y demás regresan… y también regresan las colas. Colas de coches que antaño eran en la TF-5 (tiempos aquellos) y que hoy han convertido a La Laguna en una ratonera, y a la mayoría de los barrios en una serpiente multicolor que es todo menos bonita. De buscar aparcamiento mejor ni hablamos.

A los más de 950.000 habitantes de Tenerife hay que unir los ocho millones de turistas, que son una media de unos 650.000 mensuales, más o menos. O sea, más de 1,6 millones de almas danzando de un lado para otro cada día. Calculen ustedes el número de viviendas que hacen falta, que a mí no me salen. A cuatro por vivienda, por ejemplo, nos harían falta 400.000.

Menos me salen los números cuando averiguo que en Tenerife hay más de 15.000 viviendas vacacionales.

Hemos de embutir 400.000 viviendas en 1.000 kilómetros cuadrados habitables (el resto está protegido). Si quitamos autopistas, carreteras, plazas y demás, resulta que Tenerife es un Tetris en toda regla. Y cada año, por septiembre, por octubre, esto se pone de manifiesto en forma de colas interminables que impiden al ciudadano recorrer en menos de dos horas un espacio que, en condiciones normales, precisaría de quince minutos.

No me extraña la mala leche que se ha generalizado al volante, sobre todo viendo cómo esas obras interminables para lograr un poco de espacio adicional para que pasen los coches son carísimas y no solucionan el problema de fondo.

Que en mi opinión tiene dos soluciones complementarias:
Por un lado, hemos de revisar el acuerdo con Europa, consistente en que aquí se puede venir a vivir quien quiera. Bueno, si queremos que esto siga siendo un paraíso natural, claro. Pero no es razonable que de buenas a primeras vengan aquí cincuenta mil, cien mil, o un millón de ciudadanos de algún lugar de Europa y ya está. Nos cargamos el entorno, que ya está bastante cargadito.

Por otro, y perdonen por la matraca… ¿a nadie se le ha ocurrido hacer un segundo piso a la autopista TF-5? Multiplicaríamos por 2,5 la capacidad (cinco pacá y cinco pallá) y no ocupamos terreno adicional. Y es barato y rápido. Ya sé que nadie me hará caso, pero bueno, dicho queda.

Porque poner transporte público… no sé. Un tipo que viva en lo alto de La Matanza y trabaje en Santa Cruz tendría que bajar caminando de su casa a la autopista para coger la guagua. Esa autopista, que tiene colas diarias hasta pasado Santa Úrsula. Y al regreso, subir caminando a su casa. Casi ná.

Pero bueno, viendo cómo está el mundo… mejor no quejarnos.

No Comments

Post a Comment