MIEDO

En medio del silencio, como una evolución de algo que ya existía, un pequeño giro, una modificación genética apenas perceptible y da la impresión de haber recibido algún tipo de instrucción similar a la de ese bíblico “creced y multiplicaos”. Porque desde ese día, no ha dejado de hacerlo. Su criterio de expansión ha pasado de ser local a ser planetario. No ha escatimado en gastos. En demasiadas ocasiones, y a pesar de nuestros esfuerzos, ha fulminado la vida del huésped. En otras, ha pasado desapercibido, como método para la expansión silenciosa, la conquista oculta. Ha propiciado la división entre nosotros, ha puesto de manifiesto nuestra vulnerabilidad. No muestra escrúpulos, y ha convertido el crecimiento su obsesión, su última razón de ser.

Nos ha obligado a bajar la cabeza y a desaparecer del entorno como única forma de intentar parar algo que a priori parece incontenible.

El pánico, el miedo que tenemos en el cuerpo, tiene su base en que por primera vez desde que el homo sapiens apareciera sobre la faz de la tierra, hay un organismo vivo que se comporta exactamente igual que nosotros. Ocupa el espacio y no deja que nadie más lo haga.

Y viene a por nosotros.

Quien diga que esto no es una guerra está equivocado. Es, probablemente, la guerra más importante que el ser humano ha tenido que librar nunca. Y será un fracaso si la erradicación del bicho nos indicase que hemos de seguir viviendo igual. Como si nosotros también fuésemos un bicho.

Hemos de demostrarnos a nosotros mismos que no lo somos y ahí, amigos… me temo que no hay ideología que valga. Ahí hemos de apelar a valores universales, que trascienden ideologías, creencias, religiones, costumbres.

Todo.

Hemos creado la música, la pintura, la escultura, el cine, la arquitectura, la danza, el deporte. La literatura. Hemos descubierto la percepción, desarrollado la intuición, la solidaridad, la empatía, la simpatía, el humor, el aprecio. Hemos sufrido la angustia, la soledad, la carencia, el dolor. Hemos creado máquinas, construido edificios, logrado volar, y vadear los mares, hemos sometido a otras especies, y eliminado a muchas de estas. Hemos destruido vidas, haciendas y espacios por un fin que hoy queda desdibujado.

Hemos hecho daño a este planeta. Nos hemos hecho daño a nosotros mismos.

Ahora tenemos miedo.

Hay que erradicar este virus.

Y luego habrá que demostrar que nosotros somos algo más que otro virus.

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