OBVIEDADES

Cansado ya de escuchar obviedades, del tipo “si no necesitara los votos de Junts, no se estaría hablando de amnistía”, uno no puede por menos que pensar en los ciudadanos de este gran país observan cómo desde el poder se establece que puede haber diferencias entre los seres humanos que en él residen por razón de su color político. En efecto, no es lo mismo ser canario que catalán. Vasco que extremeño. Y suma y sigue. En los últimos días hemos visto cómo se ha condonado una deuda de 15.000 millones a los catalanes, que si dividimos por 47 millones de ciudadanos resulta que a cada español le cuesta el acuerdo, sólo por ese concepto, 319 euros.

Vale.

O sea, yo contribuyo a que Pedro Sánchez gobierne de nuevo pagando de momento 319 euros. Y usted también. Si multiplicamos por los miembros de la familia, a la mía le cuesta casi 1.300 euros la broma.

1.300 euros es una cantidad que está por encima del SMI, por ejemplo. Es la hipoteca media de un mes y pico de cualquier español que esté pagando su casa.

Es decir, estos 319 euros por barba no se van a cobrar a cada uno, claro. Al menos directamente. Cuando la UE apriete con nuestra deuda, que está disparatada, tendremos más incrementos de impuestos (en los últimos cinco años se han incrementado en 42 ocasiones), habrá recortes, porque no se puede tener una deuda más alta, y los ciudadanos de a pie, no los ricos, no los boyantes, no los sobrados, sino todos los ciudadanos de a pie, veremos cómo nuestra factura fiscal sube y sube, mientras se incrementan los alimentos, la energía, las hipotecas y el sum sum corda, y mientras miramos embobados a los medios de comunicación sacar a contadores de historias que nos explican que la amnistía, los ya aplicados indultos, la consulta y todo lo demás coadyuva a mejorar el ambiente en Cataluña, que bastante enrarecido estaba antes y que tan bien está ahora.

Pero no hay problema, que pronto vendrá el “relator” a darle forma a la historia.

Estas desigualdades flagrantes entre españoles se imponen y no hay derecho a réplica, bajo la amenaza de que te llamen facha. Porque esa es la única excusa. Quien no esté de acuerdo con tales desmanes, es un facha. Punto.

La derecha está perdida. Bueno, la derecha nacional, porque los derechistas de Junts, o del PNV, están encantados. Darle la razón a Pedro Sánchez y a su PSOE los ha convertido en progresistas. Así, de un día para otro. Aquello de “Dios y leyes viejas”, mejor dejarlo a un lado. Ya lo retomarán.

Tal vez no se hayan dado cuenta, pero uno, que peina canas hace tiempo, y que ha confeccionado más declaraciones de renta y patrimonio de las que me acuerdo, siente que la clase media de este país (me refiero a España, claro) está menguando año a año. ¿El motivo?

Dígamelo usted.

Mientras, asistiremos a cómo el prestidigitador duerme a millones de personas con discursos absurdos, con conceptos que no se sostienen, bajo la fiera mirada de sus acreedores y escondido tras los discursos de que se suceden en los medios de comunicación.

El PP, fiel a su infantilidad galopante, tras pedir a Emiliano García-Page que se opusiera al acuerdo de condonar los 15.000 kilos a la Generalitat, vio cómo le recordaban que el transfuguismo es corrupción, y que “se empieza queriendo ser como Tamayo y se acaba siendo como Bárcenas”.

Y es verdad.

Mejor hacer un uso indiscriminado de los fondos públicos, cancelando deudas a determinados territorios y apoyando lo que no cabe en la Constitución, sobre la base de manipulaciones dialécticas que ayudan a cambiar el discurso a cada tanto.

Mucho mejor.

Dónde va a parar…

 

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