ORFANDAD INTOLERABLE

El sistemático proceso de destrucción nacional sigue su curso. En silencio, de forma constante y sostenida.

El nuevo episodio nacional tiene que ver con los Premios Nacionales de Investigación, que han quedado huérfanos de referentes.

En efecto, el Premio Nacional de Biología ya no es el premio Santiago Ramón y Cajal. El de Humanidades no es el Ramón Menéndez Pidal, ni el de Medicina el Gregorio Marañón.

El motivo sugerido ha sido la eliminación de la denominación Juan de la Cierva al aeropuerto de Murcia. Por lo visto, el inventor del autogiro, precedente inmediato del helicóptero, ha sido acusado de colaboración golpista en el alquiler del Dragon Rapide, en el que Franco embarcó para iniciar la guerra civil de 1936. Aunque la familia lo niega tajantemente y de la Cierva muriese pocos meses después, la Ley de Memoria Histórica de 2007 lo considera culpable y se le quita el nombre al aeropuerto.

Con la carrerilla, nuestro ministro de Ciencia e Investigación elimina los nombres de los premios antedichos. Por si acaso.

A este paso, los Episodios Nacionales de Galdós serán redenominados como Episodios del Estado, tal es el grado de ridículo al que somos capaces de llegar. Alguien joven y con talento, que dedique su vida a la ciencia, que destaque sobre todos los demás y que finalmente obtenga el Premio Nacional, no puede ya tener como referente a Ramón y Cajal, Nobel español en 1906, cuya honestidad estaba a la altura de su brillantez académica e investigadora.

Tanto fue así, que cuando lo nombraron director del Laboratorio de Investigaciones Biológicas con un sueldo de diez mil pesetas anuales, este dijo que era demasiado y aceptó solo seis mil. O que rechazó el cargo de ministro de Salud e Instrucción Pública (que pena) aceptando en su lugar el de senador vitalicio porque el primero era retribuido y el segundo gratuito.

Pues por lo visto este fuera de serie no es considerado merecedor de llevar su nombre en un premio que tiene por retribución la friolera de 30.000 euros.

Bien pensado, uno que es padre a veces se plantea si para su hijo fuese mejor ser asesor del presi que Premio Nacional de Investigación. Ganaría por partida doble. No quedaría huérfano, pues tendría un padrino, y ganaría mucho más. Y no hacen falta ni estudios.

Hay que ponerse al día. No conviene, tal y como están las cosas, parecerse en lo mínimo a Ramón y Cajal.

Y así nos luce el pelo, claro.

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