PARTIDO

Pues yo preparé mi whiskito con mis almendras, un puro para la ocasión y prendí la tele para ver a la selección española de fútbol. Tras mirar un rato y ver el primer gol, el de Morata, pensé que la cosa estaba hecha. Pero luego recibimos dos goles, y comprobé, sorprendido, cómo los japoneses corrían como dibujos animados. Imposible tirar a puerta.

Tras un rato de protestas internas ante el resultado adverso y la incapacidad de España para crear peligro, en un momento dado me miré. Más cerca de los sesenta que de los cincuenta, sentado cómodamente en un sofá, con las patas sobre la mesa, ante una tele de plasma, tomando un whiskito, relajado al calor del hogar…

Me dio vergüenza.

Qué fácil es mirar la tele y decir dónde tiene que ir un pase, dónde colocar a este o aquél jugador. Y qué difícil es meterse sobre el verde y desbancar a un contrario, a cualquiera de ellos, que son todos unos atletas.

La mayoría de los jugadores de España tienen menos edad que mi hija pequeña, y cuando me hice consciente de ello, no pude evitar sentirme miserable. Estos chicos son unos fuera de serie, muchos aún sin barba completa, que han pasado de ronda y ya están en octavos de final de todo un mundial. Que juegan como los ángeles a pesar de que algunos de ellos todavía están decidiendo qué van a estudiar cuando vayan a la universidad.

En ocasiones pierde uno en norte.

El equipo de España es extraordinario, y hoy fueron vencidos por otro equipo sorprendente, rápido, limpio, luchador. Y la demostración de ello es que en la primera parte el árbitro sólo añadió 1 minuto de tiempo extra. Ejemplo claro de la limpieza y deportividad con que los japoneses asumieron que no podían tocar el balón, porque España no le dejaba.

Nada que objetar al resultado, incluso a ese gol tan discutido, más allá de que uno, en su comodidad doméstica, es capaz de ser entrenador, goleador, periodista y, en general, enterado común, para emitir un juicio acerca de unos niños que han dado todo lo que tenían.

Espero que no tengan en cuenta lo que el aquí firmante pensó durante el partido, y que sigan haciendo eso que tan bien hacen, a pesar de que haya cosas que puedan mejorar, claro. Tengo la sensación de que esta selección es un ejemplo, una apuesta arriesgada de Luis Enrique, un ganador nato que puede llegar a los más alto.

Y si no llega… si no llegan, pues a casa y a seguir con lo de uno. Ya llegará otro año.

Porque, al fin y al cabo, el fútbol es un deporte donde once tipos juegan contra otros once en calzoncillos, a fin de meter un balón en una puerta, coño.

Que a veces uno parece estar atontado…

 

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